Epicteto, nacido alrededor del año 50 d.C. en Hierápolis, Frigia (actual Turquía), emergió como uno de los más influyentes filósofos estoicos de la antigüedad. Aunque su vida comenzó en la esclavitud, sus enseñanzas llegaron a trascender las limitaciones de su estatus social y se convirtieron en un faro de sabiduría para generaciones venideras.
Después de ser liberado de la esclavitud, Epicteto encontró su camino hacia la filosofía estoica a través de las enseñanzas del filósofo Musonio Rufo. Su profundo compromiso con la autodisciplina, la virtud y la libertad interior lo llevó a convertirse en un destacado maestro estoico. Su enfoque principal radicaba en cultivar una mente tranquila y en encontrar la verdadera felicidad a través de la aceptación y la autotrascendencia.
La esencia de la filosofía de Epicteto se centraba en el poder de la mente humana para transformar las circunstancias externas.
Enseñó que, si bien no podemos controlar todo lo que nos rodea, podemos controlar nuestras respuestas y actitudes ante las situaciones. Su famosa afirmación, "No son las cosas en sí mismas las que nos perturban, sino nuestras opiniones sobre ellas", refleja su enfoque en la liberación del sufrimiento a través de un cambio en la perspectiva.
Las "Disertaciones" y "Manual de Epicteto" son obras clave que encapsulan sus enseñanzas sobre cómo vivir una vida auténtica y en armonía con la naturaleza. Su enfoque en la resiliencia, la autodisciplina y la moderación continúa siendo relevante en el mundo moderno, inspirando a las personas a abrazar la virtud y la autotrascendencia.
Epicteto influyó en una amplia gama de pensadores, desde emperadores romanos hasta filósofos contemporáneos, y su legado perdura a través de las edades.
Su filosofía nos invita a explorar nuestra relación con el mundo interno y externo, y a encontrar la verdadera libertad a través de la autorreflexión y la búsqueda constante de la virtud.