Cuarto Chakra: El poder emocional

El cuarto chakra es la estación central del sistema ener­gético humano. Al estar en el centro, media entre el cuerpo y el espíritu y determina su salud y fuerza. La energía del cuarto chakra es de naturaleza emocional y contribuye a im­pulsar el desarrollo afectivo. Este chakra representa la lec­ción espiritual que nos enseña a manifestar el amor y la com­pasión y a reconocer que la energía más potente que tenemos es el amor.

Ubicación:Centro del pecho.

Conexión energética con el cuerpo físico:Corazón y apa­rato circulatorio, costillas, pechos, timo, pulmones, hom­bros, brazos, manos y diafragma.

Conexión energética con el cuerpo emocional/mental:Es­te chakra se hace eco de nuestras percepciones emotivas, las cuales determinan la calidad de nuestra vida mucho más que las percepciones mentales. Cuando somos niños reacciona­mos ante las circunstancias con toda una gama de emocio­nes: amor, compasión, envidia, confianza, esperanza, deses­peración, odio, celos y miedo. Cuando somos adultos, se nos desafía a generar en nuestro interior un ambiente y una es­tabilidad emocional con los cuales actuar conscientemente y con compasión.

Conexión simbólica/perceptiva:El cuarto chakra repre­senta más que ningún otro nuestra capacidad para «abando­narnos en las manos de Dios». Con esta energía aceptamos nuestros problemas emocionales como una prolongación del plan divino, cuya intención es nuestra evolución conscien­te. Liberando el dolor emocional, liberándonos de la nece­sidad de saber porqué las cosas han ocurrido como han ocu­rrido, llegamos a un estado de serenidad. Para lograr esa paz interior, sin embargo, tenemos que adherirnos a la energía curativa del perdón y liberarnos de la necesidad inferior de justicia humana autodeterminada.

Conexión sefirot/sacramento:El cuarto chakra se co­rresponde con la sefirá de Tiféret, que simboliza la belleza y compasión que hay en Dios. Esta energía representa el co­razón de lo Divino, que derrama sin cesar la fuerza vital nu­tritiva. El sacramento del matrimonio se corresponde con la energía del cuarto chakra. Como arquetipo, el matrimonio representa el primer y principal lazo con uno mismo, la unión interior del yo y el alma.

El desafío inherente al cuarto chakra se asemeja al del ter­cero, pero es más complejo espiritualmente. Mientras que el tercer chakra se centra en los sentimientos hacia nosotros mismos, el cuarto lo hace en los sentimientos hacia nuestro mundo interior, nuestra reacción emocional a nuestros pen­samientos, ideas, actitudes e inspiraciones, así como en la atención que prestamos a nuestras necesidades emocionales. Este grado de compromiso es el factor esencial para entablar relaciones sanas con los demás.

Miedos principales:Miedo a la soledad, al compromiso y a «obedecer al corazón»; miedo a la incapacidad de prote­gerse emocionalmente; miedo a la debilidad y traición emocionales. La pérdida de energía del cuarto chakra puede dar origen a celos, amargura, rabia, odio e incapacidad de per­donar.

Fuerzas principales:Amor, perdón, compasión, dedicación, inspiración, esperanza, confianza y capacidad para sa­narse uno y sanar a otros.

Verdad sagrada:El cuarto chakra es el centro del poder del sistema energético humano porque El amor es poder di­vino.Si bien generalmente la inteligencia, o «energía men­tal», se considera superior a la energía emocional, en realidad esta última es la verdadera motivadora del cuerpo y espíritu humanos. El amor en su forma más pura, es decir, el amor incondicional, es la sustancia de lo Divino, con su infinita ca­pacidad para perdonarnos y responder a nuestras plegarias. Nuestros corazones están diseñados para expresar belleza, compasión, perdón y amor. Va en contra de nuestra natura­leza espiritual actuar de otra manera.

No nacemos expertos en amor, sino que nos pasamos la vida aprendiendo. Su energía es poder puro. Nos sentimos atraídos e intimidados por el amor en igual medida. El amor nos motiva, nos domina, nos inspira, nos sana y nos des­truye. El amor es el combustible de nuestro cuerpo físico y espiritual. Cada uno de los desafíos de la vida es una en­señanza sobre algún aspecto del amor. La forma en que res­pondemos a estos desafíos queda registrada en nuestros te­jidos celulares; vivimos dentro de las consecuencias biológi­cas de nuestras elecciones biográficas.