La espectacular curación de Peter de una enfermedad considerada terminal me trajo la primera de varias invitaciones para, dar charlas en el extranjero acerca del sida y de la curación en general. Su caso significó un cambio decisivo para mí, y me indujo a comenzar a investigar los orígenes de la enfermedad; concretamente, cómo y cuándo se desarrolla, qué se precisa para curarla, y porqué algunas personas sanan y otras no. En particular, comencé a preguntarme qué podría predisponer a toda una cultura para ser vulnerable a una epidemia. ¿Qué tipo de estrés emocional y físico pone en marcha la química de un grupo hacia la enfermedad?
Pensando simbólicamente, casi podrían considerar las manifestaciones del sida una enfermedad mundial. La neumocistosis podría simbolizar la destrucción de las selvas, de las que la Tierra extrae la mayor parte de su provisión de oxígeno. De modo similar, el sarcoma de Kaposi, esas lesiones cancerosas de la piel que se forman en muchos pacientes de sida, simbolizaría la destrucción de la superficie natural de la Tierra, más drásticamente tal vez por las pruebas de armas nucleares, pero también por los desechos tóxicos y otras formas de contaminación. Y por último, el sistema inmunitario humano podría simbolizar la capa de ozono, cuya fragilidad actual es comparable a la del sistema inmunitario de una persona muy enferma.
Algunas personas llamaron «milagroso» el caso de Peter, queriendo decir con eso recibió una gracia especial de Dios que influyó en su curación, y que sin esa gracia no habría mejorado jamás. Si bien podría ser así, cabría preguntarse de todos modos: «¿Qué se requiere para que ocurra un milagro?» Yo creo que nuestros tejidos celulares contienen las modalidades vibratorias de nuestras actitudes y credos, así como la presencia o ausencia de una exquisita frecuencia energética o «gracia», que podemos activar llamando a nuestro espíritu para que retorne de sus aferramientos negativos.
Como se dice en Un Curso de Milagros,«los milagros son naturales; algo va mal cuando no ocurren». La curación de Peter me indujo a descubrir que obstaculiza la energía que obra milagros. Por ejemplo, una persona puede ser vegetariana ycorrer nueve kilómetros todos los días, pero si mantieneuna relación abusiva, o detesta su trabajo, o tiene peleas diarias con sus padres, pierde energía, o poder, en uncomportamiento que puede conducirla a una enfermedad o impedir que supere una afección que ya ha contraído. En cambio, siestá centrada espiritualmente y retira su energía de las creencias negativas, puede comer alimentos para gato ycontinuar estando sana.
Comprenda, por favor, que mi intención no es recomendar una dieta insana y que se evite el ejercicio; simplemente quiero decir que estos factores por sí solos no mantienen la salud. Tampoco interprete mis palabras como que un compromiso hacía la toma de conciencia espiritual es una garantía de salud, pero esto sí favorecerá su vida y su comprensión personal, ypreparará el terreno para una curación óptima, física y espiritual, sea de forma espontánea o gradual.
Cuanto más he ido comprendiendo la relación entre nuestra dinámica interior y la calidad de nuestra salud y de nuestra vida, en general, más comprometida me he sentido con mi trabajo de intuitiva. Norrn y yo continuamos juntos nuestra investigación, y en 1988 publicamos nuestros hallazgos sobre los problemas emocionales y psíquicos que preceden al desarrollo de las enfermedades en The Creation of Health.