La mujer perfecta

Un conocido comerciante se encontró un día con un amigo al que hacía ya varios años que no veía.

Tras hablar durante un buen rato de la vida, su amigo le hizo una pregunta sobre su situación amorosa.

—Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?

—Sí, la verdad es que sí, hace ya unos cuantos años me dediqué a buscar por varias partes del mundo a la mujer perfecta.

»En mi primer viaje, tras pasar dos semanas cruzando el desierto, llegué a una lejana ciudad donde conocí a una mujer muy bonita y además muy espiritual, pero ella no sabía nada de las cosas del día a día.

»Por eso decidí continuar mi búsqueda hasta que llegué a una pequeña población en medio de las montañas. Allí conocí a una mujer que sabía mucho de todos los temas terrenales y además también era bastante espiritual.

—¿Y qué ocurrió? —le preguntó su amigo.

—¿Que no era tan bonita como la anterior? —contestó.

Entonces decidí tomar un barco y acercarme hasta unas islas casi desconocidas.

Tardé más de un mes en llegar, pero valió la pena, pues allí encontré a una mujer muy guapa. Tenía unos ojos preciosos, un rostro delicado, una piel suave… su belleza era enorme pero…

—Pero…

—Pues que apenas conocía nada de la vida, solo se dedicaba a cuidar su cuerpo y no pude tener una conversación con ella sobre ningún tema.

—¿Y qué hiciste? —preguntó de nuevo su amigo.

Continué viajando y visitando muchas ciudades, hasta que finalmente el destino me llevó hasta El Cairo.

Allí, una noche, mientras cenaba en un precioso restaurante conocí a la mujer perfecta.

Era una joven bonita, y además muy espiritual. Estuvimos hablando durante un buen rato y descubrí que era mucho más lista que yo en todos los aspectos.

—Vaya, ¿y entonces qué ocurrió?, ¿por qué no te casaste con aquella joven?

—¡Ay, amigo mío! Porque ella también buscaba a un hombre perfecto.