Regocíjate y alégrate

Regocíjate y alégrate, porque las puertas están abier­tas de par en par. Entra y comparte las maravillas de lo Nuevo. Camina con paso ligero. Danza como un plumerillo de cardo a través de Mis múltiples moradas. Disfruta al máximo de todo lo que está sucediendo. Es­pera sólo lo mejor, lo más hermoso y glorioso, y con­templa todas las cosas que se desenvuelven ante ti.

Todo está allí para que lo contemples. No pierdas nada. Mi dedo está señalando el camino y a aquellos que buscan la luz, contémplalo y camina en Mis sen­deros. Ve con todo lo que está pasando.

Tu corazón está colmado, déjalo rebosar. Tú viste un cáliz con luz plateada rebosando; al verterse, ese líquido suavizó todas las cosas que tocó. Ese es Mi Amor fluyendo de todos los corazones que se han abierto, liberando al Amor para que fluya con su po­der y fuerza siempre crecientes.

La necesidad es grande. Nunca en ninguna ocasión te opongas al fluir de ese Amor; nunca tengas miedo de mostrarlo abiertamente. ¿Cuál es el objeto de de­cir que amas a alguien si tienes miedo de demostrar ese Amor en lo extemo? Llegan a ser como palabras vacías, sin poder. Distiéndete y déjame usarte libre­mente, alegremente como Yo deseo.

Regocíjate y contempla las cosas volverse nuevas.