¡Cuán claras se vuelven las cosas cuando tú puedes comparar! Con aquellos que están viviendo en lo
Nuevo, encuentras unidad y comprensión instantáneamente.
No hay barreras, no hay máscaras. Tú eres tú mismo y todo es luz y alegría.
Te preguntas cómo puedes ayudar a aquellos atrapados en lo viejo. Hijo Mío, a menos que un hombre elija ser ayudado, a menos que quiera abrir los ojos y ver la Luz, no hay nada que puedas hacer por él más que darle Amor y más Amor.
Nada sino el Amor puede ser un puente entre esa creciente brecha entre lo Nuevo y lo viejo. Da sin distinción la única cosa que puede ser dada y aceptada —Amor— y deja de preocuparte. No puedes arrastrar a un alma a lo Nuevo; debe elegir venir por su propia voluntad.
Este es el momento de la división, es el tiempo de cambiar. No tiene por qué ser doloroso si no hay resistencia.