El camino del Islamismo

No hay falla en aquellos que creen y realizan obras de rectitud, Dios ama a los que hacen el bien.

Verás a los malvados llenarse del temor que se han ganado, que siempre está a punto de caer sobre ellos; mas aquellos que creen en la rectitud y ejecutan buenas obras, se encuentran en los Prados de los Jardines.

No te pediré jornal por esto, solamente te pido amor para tus semejantes, y a quien quiera que se gane una buena acción, le daremos más bondad como premio.

El Corán

El mahometismo (islamismo) es una de las filosofías religiosas más jóvenes del mundo y quizá la más extendida, con más de doscientos millones de seguidores. Fue fundada en la Meca por Mahoma (570-632 d.C.), un árabe que proclamaba que sus enseñanzas estaban basadas en revelaciones divinas. Estas enseñanzas se recopilaron más tarde en el Corán, el libro sagrado del islam.

Es de la opinión general que Mahoma fue un verdadero reformador moral. Insistió en que cada persona es responsable de la forma en que vive su vida, pues “El Día del Juicio cada quien va a ser responsable de sí mismo”.

Promovió la hermandad universal, entre los árabes, en la cual la justicia y la caridad son de suma importancia. Era inflexible en cuanto a que las virtudes humanas deben practicarse y los males evitarse.

Entre las virtudes más altas se encuentra la caridad. Igualmente importantes y relacionadas con ésta, están la hospitalidad, la amabilidad, el respeto y un profunda sentido de comunidad. No importa cuán dispersos y alejados se encuentran los musulmanes, solamente existe una comunidad islámica. Esta comunidad acepta solo a un único Dios absoluto y acepta con compasión el carácter humano de todas las personas que intentan ser uno con El y con la naturaleza del mundo en la cual deben trazar su camino.

En la tradición islámica, es un privilegio participar en el estado humano, ya que esto le da al individuo la posibilidad de llevar a cabo el Plan de Dios. Dice el Corán (XXXIII, 72): “Mirad, ofrecimos la creencia a los cielos y a la tierra y a las colinas, pero se acobardaron ante ella y le temieron. Y el hombre sí la aceptó”. En este yace el significado, la grandeza y la seriedad de la condición humana para los musulmanes.

El Corán contiene principalmente tres tipos de mensajes para vivir como persona humana: un mensaje doctrinal que trata del lugar que ocupa el ser humano en la estructura de la realidad, un mensaje metafísico referente a la naturaleza de lo Absoluto y un mensaje doctrinal sobre la vida y la existencia humanas y su significado. Este último aspecto trata todas las enseñanzas necesarias para que los seguidores de Mahoma comprendan quiénes son, dónde están, hacia dónde van y cómo han de llegar.

A pesar de que los musulmanes, como humanos, aman este mundo y se sienten fuertemente apegados a él, saben que llevando una vida adecuada y guiándose por el Corán pueden encontrar la paz, la armonía y la unidad esenciales para romper su atadura mundana y hacerse uno con Dios. La lectura y el estudio del Corán constituyen la guía práctica para que la persona ordene su vida y adquiera los conocimientos necesarios para trascender a ella.

Para comprender ampliamente el significado de la persona que funciona plenamente en el islamismo, se recomienda el estudio de la vida del Profeta Mahoma, ya que él representa no solamente el ser espiritual, sino también el líder de los hombres. Hay que recordar que, en vida, Mahoma nunca alegó ser Dios, sino su profeta, y de esta manera fue hombre entre los hombres. Se le cita como “el más noble de toda la creación”.

Desde el punto de vista musulmán, Mahoma es el símbolo de la perfección humana y el ideal para la sociedad humana. Nasr, en su libro sobre el islam declara: “El Profeta, con estas cualidades que ostenta en forma tan eminente, constituye el prototipo de la perfección humana y espiritual, así como una guía hacia su realización”. Describe al Profeta como un hombre que tuvo una vida social activa. Se casó, mantuvo un hogar, fue padre de familia, gobernante, juez y guerrero.

Pasó muchas penalidades y experimentó la alegría y la desesperación implícitas en la condición humana. Fue un contemplativo. Era amable y gentil, pero duro ante la injusticia. Era noble y generoso; amoroso, compasivo y piadoso.

El profeta era combativo. En su interior luchaba continuamente contra cualquier aspecto humano que le alejara de la voluntad divina, y externamente siempre estaba preparado para combatir a cualquiera que negara su verdad y rompiera la armonía.

Profesaba un gran amor y magnanimidad hacia sus compañeros. Era generoso, lo demostraba continuamente dando de sí mismo a los demás y haciendo por ellos. Daba con abundancia sin pedir nada a cambio. Nasr comenta:

En el islamismo, cuando alguien piensa en el Profeta como ejemplo a seguir, surge la imagen de una personalidad fuerte, severa consigo misma y con los falsos y los injustos, pero caritativa con el mundo que la rodea. Con base en estas dos virtudes de fuerza y sobriedad, por un lado, y caridad y generosidad por otro, el Profeta se yergue sereno, fundido con la Verdad.

Es el guerrero a caballo que se detiene ante la montaña de La Verdad, pasivo ante la Divina Voluntad, activo hacia el mundo, duro y severo consigo mismo y amable y generoso con las criaturas que lo rodean.