El desafío a su calidad de persona en plenitud

En primer lugar, a pesar de que los hombres tienen un destino común, cada individuo también tiene que trabajar solo, trémulo y temeroso, en su propia salvación personal.

Podemos ayudamos unos a otros a encontrar el significado de la vida, no hay duda, pero en el último análisis, la persona individual es la responsable de vivir su propia vida, de “encontrarse a sí misma”. Si persiste en transferirle su responsabilidad a alguien más, no podrá encontrar el significado de su propia existencia. Nadie puede decirme quién soy, ni yo puedo decirle quién es. Si no conoce su propia identidad, ¿quién le va a identificar?

Thomas Merton

Como no hay límites al potencial de la persona humana, este libro no puede tener fin. Lo que hemos compartido aquí no es más que un torpe comienzo, una búsqueda humilde de los miles de hilos intrincados y maravillosos que forman a la persona humana. Al igual que la sociedad en la que vivimos, somos un amasijo de alegres contradicciones, complejidades, imperfecciones, incertidumbres y magia. La búsqueda de la 11 plena humanidad está en el proceso de tratar de darle sentido a las contradicciones, de intentar desenmarañar las aparentes complejidades, de luchar con las imperfecciones, de superan las incertidumbres y de descifrar activamente la magia.

Hoy en día se nos dice que la realización de la persona es algo obsoleto, así como los fenómenos de la vida y la muerte y las luchas inherentes a ellos. La ciencia moderna nos asegura que pronto podrá reproducir en el laboratorio a la persona perfecta, y programar su vida de acuerdo con un modelo prediseñado de perfección anatómica. Al mismo tiempo, los educadores se están cuestionando respecto a la capacidad del ser humano para tratar valores tales como la libertad y dignidad y están ideando programas de aprendizaje que, nos aseguran, a través de diseños experimentales, nos librarán de la ilusión de nuestra individualidad, la cual solamente nos crea conflictos, y dicen ya estar preparados para proporcionar una especie de estado de contento que dure toda la vida. Aseguran que el desarrollo de la persona humana como tal es solamente un sueño que forma parte de la raíz de todo problema humano, y que si estamos dispuestos a renunciar a ese sueño, ellos nos liberarán de futuros sufrimientos, conflictos y angustias.

Pero yo soy optimista. Me gusta ser un ser humano. Inclusive con todas mis debilidades, con mis inclinaciones a lastimar, a olvidar, a crear conflictos, a conocer los sufrimientos y a sentir el miedo, estoy encantado con la vida. Y aunque esta vida que estoy viviendo fuera una ilusión, como me aseguran que es, es por lo menos ¡una ilusión emocionante que yo voy creando! Además, estoy convencido de que la raza humana es más parecida que diferente a mí. Que no se le embauca fácilmente, que no se le puede convencer tan fácilmente de su inutilidad e impotencia. Tenemos un poderoso instinto de supervivencia, un deseo intenso de vivir. ¿De qué otra manera hubiéramos podido soportar tantos siglos de esclavitud, hambre, dolor, prisión y lucha y, aun así, resurgir buscando la vida?

Nuestra calidad de persona humana no es un don, es un derecho inalienable. Tenemos derecho a un lugar propio sobre la tierra y en el universo. Ya hemos tenido suficiente soledad. Estamos cansados de ser fragmentados viviendo bajo la amenaza constante de la destrucción total. Considerando todo esto, no somos tan malos.

Nuestro deseo es ser de nuevo un todo. Queremos experimentar la vida con más intensidad que antes, más holísticamente con todo nuestro cuerpo, mente y espíritu. Queremos hacer de nuestra vida una celebración. Nuestra historia, como se nos recuerda con tanta frecuencia, puede no haber sido muy alegre o estimulante, pero no estamos irrevocablemente atados al pasado. Queremos participar en el proceso de crear un ahora más perfecto.

Tenemos un instinto poderoso de supervivencia, un deseo intenso de vivir. ¿De qué otra manera hubiéramos podido soportar tantos siglos de esclavitud, hambre, dolor, prisión y lucha y, aun así resurgir buscando la vida?

Estamos muy lejos de estar descorazonados. Cada uno de nosotros todavía lleva dentro lo necesario para rehacer el mundo. La principal fuerza motivacional para lograrlo, consiste solamente en nuestro compromiso personal para dedicamos al proceso de vivir plenamente nuestra vida, no sólo existir en ella, sino experimentarla en su totalidad. Vuestras vidas son documentos originales que únicamente nosotros podemos crear. O los creamos, o nunca existirán.

La fuerza individual está dentro de cada uno de nosotros. Depende de nosotros echar mano de ella siempre que queramos. Esta fuerza nunca muere. Sólo está adormecida hasta que nosotros venimos a la vida que estamos plenamente conscientes y que nos comprometemos, con entusiasmo y abandono, al proceso de vivir.

Este es nuestro reto. Es obvio que es un reto muy personal que cada quien puede satisfacer sólo por sí mismo, aunque todos debemos hacerlo para darle validez a la vida del otro. Para alguno de nosotros esto constituirá una lucha que requerirá de nuevos aprendizajes. Para otros, será la igualmente difícil tarea de desaprender lo aprendido porque no les sirve para crecer. Para la mayoría, esto requerirá las dos cosas. Cualquiera que sea el camino, ninguno será fácil. Sin embargo, será un poco más sencillo si no tratamos de alcanzar todas nuestras metas en un día.

La vida siempre está pronta, abierta y de nuestro lado para compartir con nosotros sus recursos. Espera simplemente nuestro abrazo. Nos ofrece alternativas, aprueba nuestras decisiones y camina en nuestra dirección. De continuo está perdonando, se ajusta de manera sorprendente, siempre está aceptando y animando. Está dispuesta a empezar en cualquier momento. Siempre está intentando guiamos hacia nuestro pleno funcionamiento como personas activas, porque de esta manera se mejora a sí misma. Después de todo, solamente la vida engendra vida.

No hay que temer. Hemmingway dijo: “El hombre no fue hecho para su derrota. El hombre puede ser destruido mas no derrotado”.Armados con la vida de nuestra parte, y un periodo de tiempo para experimentarla, las probabilidades están a nuestro favor.

Su calidad de persona humana es real. Es su posesión más valiosa. Se puede conocer, experimentar y sentir. Nadie puede sufrir su pérdida con más desesperación que usted mismo. Mientras permanezcamos en la vida, esta calidad puede crecer ilimitadamente, desarrollarse y cambiar. Su génesis es un milagro, que por el momento toma la forma tuya,y después continúa su camino. Devaluar el milagro es su delito más imperdonable. Evitar su realización es enajenar su papel en el proceso necesario de la vida que se recrea en ella misma.

En alguna época de mi vida decidí que quería aprender el arte de la pintura japonesa. Inmediatamente busqué un maestro famoso, compré todos los materiales necesarios e hice arreglos para tomar clases regularmente. Estaba impaciente por producir una de esas obras de arte que tienen solamente cuatro o cinco sencillos pincelazos, y que había visto a los maestros japoneses producir en cosa de unos minutos con resultados prodigiosos, como Mariposa en Rama de Bambú o Caqui a la Luz de la Luna.

Ya podrán imaginarse mi desilusión cuando, varios meses más tarde, mi maestro seguía insistiendo en que solamente diera pinceladas rectas de un lado a otro de la página, una tras otra, formando hileras de veinte, todas de la misma textura, grosor y “sensación”. ¿Dónde estaba mi mariposa? ¿Mi caqui? Eso, me decía mi maestro, vendría a su tiempo. Por ahora, y por algunos meses más, solamente tenía que concentrarme en hacer líneas rectas.

Dominar un arte requiere de tiempo, del conocimiento de los materiales necesarios y de su comprensión, de una paciencia extrema mientras se aprenden las habilidades básicas. Esto incluye la disposición para experimentar, para fracasar, para conocer la frustración y aun la desesperación antes de que uno pueda abandonar técnicas aprendidas como pericos y proyectarse uno mismo en una plena autocreación. Para ser artista de la vida se necesita esto mismo.

Meister Eckart, un filósofo cristiano sorprendentemente perceptivo del Siglo XIII dijo: “La vaina se tiene que partir en dos para que pueda salir lo que hay dentro, porque si se quiere conocer la semilla antes se tiene que abrir la vaina”.

Lo que he hecho aquí es tratar de romper la vaina. Espero que ahora la semilla esté más a la vista para nuestro estudio. Ahí, entre sus partes, vamos a encontrar nuestro aliado en la muerte, nuestra esperanza en la autocreación, nuestra fuerza en la relación con los demás, nuestra individualidad en el propósito, nuestro éxtasis en la intimidad y en el amor, y el recurso para superar nuestras dudas, frustraciones y sufrimientos. Todavía hay mucho qué descubrir. El consuelo radica en que ya se ha dado el primer paso. La vaina se ha abierto, la semilla está a la vista esperándote.

La calidad de persona humana no es un don, es un derecho inalienable.