El ABC de la respiración

HAY TRES PARTES IMPORTANTES de la meditación: el pensamiento, la conciencia y la respiración. Las tres partes deben mantenerse correctamente juntas en todo momento.

No dejes que ninguna de ellas se separe de las otras. “El pensamiento” se refiere a pensar buddho junto con la respiración. “La conciencia” significa reconocer la respiración mientras entra y sale. Sólo cuando el pensamiento y la conciencia se mantienen ligados constantemente a la respiración, podrás decir que estás meditando.

La respiración que entra y sale es la parte más importante del cuerpo. En otras palabras, (1) es como la tierra, que actúa como soporte de la gran variedad de cosas que hay en el mundo. (2) Es como las vigas o soportes que sostienen un piso y lo mantienen firme. (3) Es como una tabla u hoja de papel: cuando pensamos bud- con la inhalación, es como si frotáramos la tabla con la mano en un sentido; y cuando pensamos -dho con la exhalación, es como si frotáramos la tabla en el otro sentido. Cada vez que frotamos la tabla, algo de polvo se nos pegará a la mano, de manera que si seguimos frotando en ambos sentidos, la tabla se volverá lustrosa. Cuando esté muy lustrosa, será tan clara que podremos ver nuestro reflejo en ella. Estos son los resultados que provienen de nuestro pensamiento. Pero si vamos frotando al azar, no seremos capaces de ver nuestro reflejo ni siquiera en un espejo, y mucho menos en una tabla.

En otro sentido, la respiración es como un trozo de papel. Cuando pensamos bud- con la inspiración, es como si tomáramos un lápiz y escribiéramos una letra del alfabeto en el trozo de papel. Si seguimos haciendo esto, eventualmente seremos capaces de leer lo que hemos escrito. Pero si nuestra mente no permanece constantemente con la respiración, es como si escribiéramos a veces bien y a veces mal. Las letras que hubiéramos escrito serían un desastre y ni siquiera serían letras. No importa lo grande que fuera nuestro trozo de papel, el conjunto sería un desastre. No seríamos capaces de leer qué letras habíamos escrito o qué es lo que supuestamente dicen.

Pero si somos diligentes y pensamos en la respiración como un trozo de papel, escribiremos cualquier mensaje que queramos en el papel y sabremos por nosotros mismos qué es lo que hemos escrito. Por ejemplo, pensar bud- es como llevar nuestro bolígrafo al papel. Nos dará conocimiento. Aún después de dejar de escribir nos beneficiaremos. Pero si no somos realmente diligentes en nuestra escritura, nuestras letras no serán letras. Si hacemos un dibujo de una persona, no será una persona. Si dibujamos un animal, no será un animal.

Cuando estamos aprendiendo a escribir, tenemos que usar tiza porque es grande —es fácil escribir con ella y es fácil de borrar. Esto es como pensar buddho. Pero cuando avanzamos en nuestros estudios, ya empezamos a usar el lápiz porque su marca es clara y de mayor duración. Por ejemplo, la oración “¿Dónde está papá?” es un bloque de conocimiento. Si sólo podemos leer las letras separadas “d” o “p”, no cuenta realmente como conocimiento. Entonces ya podemos dejar de usar la tiza. En otras palabras, no tenemos que repetir buddho. Usamos nuestros poderes de evaluación (vicāra) mientras estamos respirando para ver si: ¿Es buena la inspiración? ¿Es buena la espiración? ¿Qué tipo de respiración es cómodo? ¿Qué tipo de respiración no lo es?

Entonces corregimos y ajustamos la respiración. Escoge cualquier modo de respiración que parezca bueno y obsérvalo para ver si da comodidad al cuerpo. Si lo hace, mantén estable esa sensación de comodidad y ponlo a trabajar. Cuando sea realmente bueno, los beneficios emergerán, perfeccionando nuestro conocimiento. Una vez que hayamos obtenido conocimiento, podremos borrar las marcas del lápiz de nuestros cuadernos porque habremos visto los beneficios que provienen de lo que hemos hecho. Cuando regresemos a casa, podremos llevarnos ese conocimiento con nosotros y convertirlo en nuestra tarea. Lo podemos hacer por nuestra cuenta en casa; y cuando estemos alojados en el monasterio, podremos dedicarnos a ello continuamente.

De modo que la respiración es como una hoja de papel, la mente es como una persona, el conocimiento es como un apunte: incluso sólo esto ya puede servirnos como nuestro estándar. Si somos diligentes aunque sólo sea en estas tres cosas —pensamiento, conciencia y respiración— daremos lugar a un conocimiento dentro de nosotros mismos que no tiene límites fijos y que no es posible contar a nadie más.

27 de septiembre de 1957