Más allá de lo correcto e incorrecto

PARA QUE EL CORAZÓN DAÑE a otras personas, primero tenemos que despejarle el camino. En otras palabras, empezamos por dañarnos a nosotros mismos, y esto despeja el camino desde el interior de la casa para que salgamos a dañar a los que están fuera.

La determinación de dañar a los demás es un modo fuerte de dañarse a uno mismo. En su mínima expresión, nos roba el tiempo y destruye nuestra oportunidad de hacer el bien. Tenemos que erradicarlo con la determinación de no dañar —o en otras palabras, con concentración. Esto es como ver que hay suficiente espacio libre en nuestra propiedad, pero que no ganamos lo suficiente para vivir. Tendremos que aprovechar toda la tierra fértil que tengamos si queremos hacer el máximo bien de que seamos capaces cuando se presente la oportunidad.

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Nekkhamma-saṅkappo (la determinación de la renuncia), es decir, estar a gusto en lugares tranquilos y solitarios. Abyāpāda-saṅkappo (la determinación de no tener mala voluntad): no tenemos por qué pensar en nuestros puntos malos o en los de los demás. Avihiṅsā-saṅkappo (la determinación de no dañar), no crear problemas ni dañarnos a nosotros mismos, es decir, (1) no pensar en nuestras limitaciones, lo cual nos deprimiría; (2) si pensamos en nuestras limitaciones, esto se propagará como un fuego descontrolado hacia las limitaciones de los demás. Por esta razón, la gente sabia alza sus pensamientos al nivel de la bondad, de manera que puedan sentir amor y buena voluntad por sí mismos, y así poder sentir amor y buena voluntad también por los demás.

Cuando nuestra mente tiene estas tres formas de energía, es como una mesa con tres patas que puede volverse en cualquier dirección. Por decirlo de otro modo, una vez que nuestra mente se ha vuelto hacia este nivel tan alto, podremos sacar fotos de todo lo que hay por encima y por debajo de nosotros. Desarrollaremos un discernimiento que será como el de una luz brillante o como unos prismáticos capaces de magnificar cualquier detalle. Esto se llama ñāṇa —conciencia intuitiva que puede saberlo todo acerca del mundo: lokavidū.

El discernimiento del que aquí se trata no es el conocimiento ordinario ni la intuición común. Es una habilidad cognitiva especial, la habilidad del Noble Camino. Daremos lugar a tres ojos en el corazón, para poder ver los rojos y los verdes, los altibajos del mundo ordinario: un deporte para los sabios. Nuestros ojos internos mirarán al Dhamma frente a nosotros y a nuestra espalda, por encima y por debajo y a nuestro alrededor, para que podamos conocer todo lo referente a la bondad y a la maldad. Esto es discernimiento. Estaremos tranquilos, sintiendo placer sin que ningún dolor interfiera en absoluto. Esto se llama vijjā-caraṇa-sampanno —ser un experto en la habilidad cognitiva.

Una persona cuyo corazón tiene discernimiento es capaz de ayudar a la nación y a la religión, igual a un granjero que cultiva arroz que se puede vender dentro y fuera del país fortalece la economía de la nación. Una persona sin discernimiento hará degenerar la religión. Cuando provoque el desastre sobre sí mismo, el desastre tendrá que extenderse también a otros. En otras palabras, una persona sola, solitaria que no tenga bondad —que no tenga más que impurezas y sed— puede hacer el mal hasta el punto de exterminarse y esto se extenderá hasta exterminar a otras personas del país. Pero cuando una persona tiene las tres virtudes mencionadas en su corazón, se convertirán en la fuerza de la concentración. El corazón será tan claro como el cristal o el diamante. El mundo entero se hará transparente. El discernimiento surgirá, la habilidad de la visión-clara liberadora y la comprensión intuitiva, todo al mismo tiempo.

Quienquiera que vea el mundo como un compendio de altibajos todavía no tiene un discernimiento intuitivo verdadero. Quienquiera que tenga el ojo de la intuición podrá ver que no hay altibajos, no hay pobres ni ricos. Todo está igualado en términos de las tres características comunes: la inconstancia, el sufrimiento y el no-yo. Es como la igualdad de la democracia. Su hogar es el mismo que el nuestro, sin diferencias en absoluto. La gente comete robos e irrumpe en propiedad privada últimamente porque no ven la igualdad. Creen que esta persona es buena y aquélla no; que esta casa es un buen lugar para comer y aquélla no; que esta casa es un buen lugar para dormir y aquélla no, etc. Es porque no tienen visión-clara liberadora, el ojo del discernimiento, que todo es confusión y agitación.

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Mantén la atención enfocada exclusivamente en el cuerpo —un codo de anchura, una braza de longitud, un palmo de grosor. Esto es el camino medio. Si haces la conciencia en la respiración demasiado estrecha, terminarás sentándote agarrotado, sin vigilancia en absoluto. Si haces tu conciencia demasiado amplia —de ida y vuelta del cielo al infierno— puede que termines encantado por percepciones aberrantes. Así que ningún extremo es bueno. Tienes que mantener la moderación justamente correcta si quieres estar en la senda correcta. Si no adquieres un sentido de cómo practicar correctamente, incluso aunque te ordenes monje hasta el día de tu muerte y te entierren bajo pilas de túnicas de color azafrán, no tendrás éxito en la práctica. Ustedes laicos, pueden sentarse en concentración hasta que se les vuelva el pelo gris, se les caigan los dientes y se les curve y deforme la espalda, pero jamás llegarán a ver Nibbanā.

Pero si podemos poner nuestra práctica en el Noble Camino, entraremos en Nibbanā. La virtud se disipará, la concentración se disipará, el discernimiento se disipará. En otras palabras, no habitaremos en nuestro conocimiento o discernimiento. Si somos lo suficientemente inteligentes para conocer, simplemente conocemos, sin tomar la inteligencia como parte esencial de nosotros mismos. En el nivel inferior no estamos atascados en la virtud, la concentración o el discernimiento. En un nivel superior, no estamos atascados en las fases de la entrada-al-corriente, el regreso-único o el no-regreso. Nibbanā no está atascado en el mundo, el mundo no está atascado en Nibbanā. Sólo en este punto podemos utilizar el término “Arahant”.

Aquí es donde ya podemos relajarnos. Dirán “inconstante”, pero eso sólo es lo que dicen. Dirán “sufrimiento”, pero es sólo lo que dicen. Dirán “no-yo”, pero es sólo lo que dicen. Digan lo que digan, así es como es. Es cierto para ellos y tienen toda la razón —pero estarán totalmente equivocados. Por lo que respecta a nosotros, sólo si logramos situarnos más allá de lo correcto e incorrecto, lo estaremos haciendo bien. Las carreteras se construyen para que la gente ande por ellas, pero perros y gatos también pueden andarlas. Las carreteras las usan tanto personas cuerdas como locas. No se construyeron las carreteras para los locos, pero los locos también tienen todo el derecho a usarlas. Por lo que respecta a los preceptos, incluso los idiotas y los tontos son capaces de observarlos. Igual con la concentración: locos o cuerdos, pueden venir a sentarse. Y el discernimiento: tenemos todo el derecho de venir y hablar tanto como queramos, pero simplemente se trata de estar en lo correcto o incorrecto.

Ninguno de los valores del mundo ordinario proporciona un placer real. No son más que tensión. Están bien por lo que al mundo respecta, pero Nibbanā no tiene ninguna necesidad de ellos. Las perspectivas correctas e incorrectas son un asunto del mundo. Nibbanā no tiene ni perspectivas correctas ni incorrectas. Por esta razón, todo aquello que sea una perspectiva incorrecta, deberíamos abandonarla. Todo aquello que sea una perspectiva correcta, deberíamos desarrollarla —hasta el día en que pueda caérsenos de las manos. Entonces será cuando podamos estar tranquilos.

17 de enero de 1959