“Asokaram, la noche del 22 de abril de 1957: después de habernos reunido en la sala de meditación y de haber dicho nuestros cánticos, Ajaan Lee dio un sermón. Al principio todo lo que oí fue la frase de apertura, ‘namo tassa, etc.’, sin oír la estrofa en pāli que iba a utilizar como tema, pues su voz era muy débil y el viento afuera soplaba tan fuerte que me pitaban los oídos. Así que intenté aquietar mi mente y seguir escuchando, aunque no fui capaz de comprender ni una sola palabra de lo que había dicho hasta que el sermón casi había terminado, y pude oír lo siguiente”:
PARA PURIFICAR EL CORAZÓN, tenemos que deshacer nuestros apegos al yo, al cuerpo, a los fenómenos mentales, y a todos los objetos que vienen y atraviesan nuestros sentidos. Mantén la mente decidida en la concentración.Mantenla unificada en todo momento. No dejes que se fragmente en dos, tres, cuatro, cinco, etc., porque una vez que la mente es una, es fácil reducirla a cero. Simplemente córtale la “cabecita” y junta los dos cabos. Pero si dejas que la mente se convierta en muchas, el trabajo de reducirla a cero será prolongado y difícil.
Y otra cosa: si pones el cero tras otros números, se convierten en diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, cientos, miles, hasta el infinito. Pero si pones el cero primero, aunque tengas diez mil ceros, no contarán. Es lo mismo con el corazón: una vez que lo hemos convertido en cero desde el uno y puesto el cero en primer lugar, los demás ya pueden adularnos o criticarnos tanto como quieran, que ya no contará. El bien no cuenta, el mal no cuenta. Esto es algo que no se puede escribir, no se puede leer, que sólo podemos comprender por nosotros mismos.
Cuando ya no haya más que contar, el corazón alcanzará la pureza y la felicidad más elevada, como en la estrofa pāli,
nibbānaṁ paramaṁ suññaṁ
nibbānaṁ paramaṁ sukhaṁ
que significa:
“Nibbāna es la vacuidad definitiva, el vacío, el cero.
Nibbāna es el alivio definitivo”.
Por eso nos enseñan a hacer la mente una en todo momento —para que podamos reducirla a cero fácilmente. Una vez podamos reducirla a cero, estaremos abocados a soltar nuestros apegos a todas las cosas. Nuestro corazón alcanzará la pureza—que es Nibbāna.
22 de abril de 1957