– Sucedió hace casi veinte años. Las cosas en el trabajo no me iban muy bien y en casa también tenía problemas. Un día, iba caminando con rapidez por el centro de la ciudad, eran sobre las cuatro de la tarde y me dirigía a hacer una presentación para uno de nuestros clientes más importantes. De pronto oí el claxon de un coche y el alarido de una mujer. Miré y ví a un camión que venía derecho hacia mí a una velocidad increíble.
Todo ocurrió como en cámara lenta. Me quedé allí, paralizado por el miedo mientras el camión se acercaba cada vez más. Pensé que ya estaba. Que por fin iba a morir, pero en el último segundo sentí que alguien me agarraba con mucha fuerza y tiraba de mí hacia atrás. Fue una fracción de segundo, se lo aseguro. Pude sentir cómo el lateral del camión rozaba mi gabardina. Unos centímetros más y me habría alcanzado, produciéndome una muerte casi segura. Me volví para ver quien me había salvado la vida y allí estaba, ¡un anciano chino!
Tomy Brown tenía unos cuarenta y cinco años. Era un fotógrafo bastante conocido. Sus fotos aparecían con frecuencia en los principales periódicos nacionales y también en diversas revistas. El joven había ido a verlo a su estudio, en el centro de la ciudad.
– El incidente me dejó muy afectado. Me senté en un banco cercano. El anciano se sentó a mi lado y me preguntó cómo me sentía. Le dije que bien. “Esta vez estuvo cerca,” dijo. “Muchas gracias. Me ha salvado usted la vida.” Le expliqué que en aquel momento en que me puse a cruzar la calle mi mente estaba en otro lugar y entonces él dijo algo que me hizo pensar. Dijo: “En mi país tenemos un dicho: ¡El único momento que podemos vivir es ahora!”
Hablamos tan sólo durante unos minutos, pero antes de despedirse me dio un trozo de papel.
– ¿Con una lista de diez nombres y diez números de teléfono? – le interrumpió el joven.
– Sí – respondió sonriendo el Sr. Brown,– así es como aprendí los secretos de la Abundante Felicidad.
– ¿En qué forma le ayudaron? – preguntó el joven.
– Me enseñaron cómo crear la felicidad. Pero particularmente uno de ellos me causó una impresión muy profunda, probablemente porque se trataba de algo que yo jamás había tenido en cuenta... ¡el poder de vivir el momento!
– ¿Cómo puede un momento contener algún poder o secreto de felicidad? – preguntó el joven.
– El secreto no está en el momento, se trata de vivir el momento – dijo el Sr. Brown. La felicidad no se encuentra en años, en meses, en semanas ni en días, se encuentra sólo en el momento presente.
– ¿Qué me quiere usted decir? – preguntó el joven.
¿Significa que no podemos ser felices más que un minuto?
– Por supuesto que no. Lo que le digo es que es necesario experimentar la felicidad momento a momento. Mire esas fotos. ¿Qué ve en ellas?
El joven estudió las fotografías que colgaban de la pared que estaba junto a él. Cada una de ellas había captado una expresión. Había una madre joven acunando a su hijo, un padre y su hijo riendo mientras jugaban a la pelota, dos ancianos abrazándose, dos amigos llorando en un aeropuerto y una multitud de niños jugando en el patio de una escuela.
Finalmente dijo:
– En ellas hay muchas emociones y sentimientos intensos. Son muy buenas.
– Gracias – dijo el Sr. Brown. Precisamente son las emociones lo que intento captar. Esa es la belleza de las fotos, captan una fracción de segundo, un momento que jamás volverá a repetirse y en el cual experimentamos una emoción. Ha pensado usted alguna vez en que la gente da mucho valor a cosas como aparatos de televisión, ordenadores, coches, dinero, ropas, joyas... en fin, cosas que pueden ser fácilmente reemplazadas. Pero hay algo en la vida que no puede ser reemplazado y sin embargo solemos pensar en ello como totalmente carente de valor. Es nuestro bien más preciado y pese a ello tendemos a malgastarlo.
Pensar sobre el pasado o preocuparse por el futuro nos priva del presente. Y el presente – el aquí y ahora – es todo lo que tenemos y todo lo que podemos tener.
– No estoy seguro de haberle comprendido bien – dijo el joven.
– Cuando usted mira hacia atrás, a su vida, y recuerda tiempos felices, ¿qué le viene a la mente?
– Déjeme pensar – dijo el joven mirando a lo lejos.
Pensó en su quinto aniversario, cuando todavía vivía su padre, luego en las vacaciones con la familia en la playa, en cuando se graduó en la universidad...
– ¿Cómo recuerda usted esos tiempos? – preguntó el Sr. Brown. ¿Cómo años, como meses, como semanas, como días... o como momentos?
– No estoy muy seguro – dijo el joven.
– Piense en uno que se destaque de los demás.
– La fiesta de mi quinto cumpleaños.
– ¿Cuando exactamente se sintió usted feliz?
– Justo un poco antes de que empezara la fiesta.
Recuerdo que mi madre se me acercó y me dijo al oído: “¡Eres mi niño especial y te quiero mucho!” Algunas veces, si cierro los ojos, todavía puedo escuchar su voz.
– ¡Excelente! – dijo el Sr. Brown, contento de poder demostrar lo que quería. ¿Usted ve? ¡Fue un momento!
Todos los niños viven el momento. Imagine lo que hubiera ocurrido si en aquel preciso momento usted hubiera estado pensando en el trabajo de la escuela. Tal vez ni siquiera hubiese escuchado lo que su madre le decía y se habría perdido aquella sensación de felicidad. Y su madre también se habría perdido la felicidad que su reacción sin duda le dio.
– Ya veo lo que quiere usted decir.
– Todos nuestros recuerdos están formados de momentos. Momentos en los que vemos, oímos o sentimos algo. No recordamos años, meses ni siquiera días. Tan sólo momentos. Por ello sólo podemos lograr el máximo de esta vida obteniendo el máximo de cada momento. Si un momento es especial, mágico, entonces la vida se convierte en especial y mágica. El secreto es coleccionar tantos momentos de ese tipo como se pueda. Nunca habrá otro ahora, por ello lo mejor que podemos hacer es sacarle el máximo provecho. Recuerde que aunque la vida en este momento tal vez no es todo lo que usted desearía, en este momento es todo lo que usted tiene. Por ello, como dijo una vez un sabio, “¿Por qué no pones una flor en tu ojal y eres feliz?”
El joven recordó lo que le había contado el Sr. Kesterman sobre el hombre que, pese a su enfermedad terminal, estaba contento y feliz, agradecido por cada día que seguía vivo. Aquel hombre había debido aprender el poder de vivir el momento. Viviendo momento a momento, día a día, era feliz a pesar de su enfermedad.
– Quien vive en el momento presente no tiene tiempo para lamentarse por el pasado ni para preocuparse por el futuro, para él sólo existe lo que tiene ante sí.
Pero el joven seguía confundido.
– ¿Cómo se logra sacar el máximo provecho a cada momento? – preguntó.
– Siendo consciente. Dante dijo: “¡Piensa que este día no volverá a amanecer jamás!”
Si no eres consciente de que alguien te está ofreciendo una manzana, no la tomarás. Es como el tenista famoso que en un campeonato juega el primer asalto contra un oponente mucho más flojo que él y está todo el tiempo pensando en lo que ocurrirá cuando al final del torneo tenga que enfrentarse a rivales realmente peligrosos. Con estos pensamientos se distrae del juego, comete un error y pierde un tanto. Al repasar mentalmente la jugada deja otra vez de concentrarse en la actual, por lo que comete otro error.
Entonces se recrimina a sí mismo por la absurda pérdida de puntos que está teniendo y comienza a sentir ansiedad: “¿Y si perdiera este partido?” No es necesario decir que sus preocupaciones por algo que todavía no había ocurrido le evitan de nuevo concentrarse en el juego presente y de nuevo pierde otro punto. Antes de que llegue a darse cuenta todo ha terminado para él, juego, partido y campeonato.
Lo mismo ocurre en nuestras vidas. Reflexionamos sobre el pasado y nos preocupamos por el futuro y a consecuencia de ello nunca le damos al presente toda nuestra atención. Esto nos genera sentimientos de pesar por lo que ya hemos hecho y de ansiedad por las cosas que todavía no han ocurrido. Quien no vive en el momento presente no puede ganar el juego de la vida.
El joven levantó una ceja. Parecía muy claro, sin embargo él jamás había pensado de este modo en el significado del tiempo.
– Si queremos ser felices – siguió el Sr. Brown – debemos aprender a apreciar lo que tenemos y todo lo que tenemos está aquí y ahora. Las decisiones de hoy son las realidades de mañana. Debemos aprender a tomar las cosas cuando vienen y a dejarlas ir cuando se van. Como escribió Thomas Carlyle: “Lo que debemos hacer no es dedicarnos a atisbar lo que apenas se distingue en la lejanía, sino hacer aquello que tenemos a mano.” Si nos centramos en el futuro distante posiblemente nos sentiremos abrumados y deprimidos. Muchas personas gastan su tiempo preocupándose por cosas que no han ocurrido y que probablemente no ocurran jamás. El famoso filósofo francés Montaigne escribió: “Mi vida ha estado llena de terribles desgracias... la mayoría de las cuales nunca ocurrieron.” Esta es una de las razones por las que muchas personas están abrumadas por las preocupaciones y el estress, para ellas, ¡hoy es el mañana por el que se preocuparon ayer! Al vivir en el momento presente no queda lugar para las lamentaciones sobre el pasado ni para la ansiedad acerca del futuro. En lugar de centrarnos en lo que ya pasó o en lo que tal vez llegará, nos centramos en lo que tenemos frente a nosotros.
Por eso vivir en el momento presente, es una de las mejores maneras de vencer a las preocupaciones y a los quedos.
La mayoría de las religiones han adoptado esta filosofía. Cuando le preguntaron a Jesús cómo se debe orar recitó en el “Padre Nuestro:” “El pan nuestro de cada día dánosle hoy.” No el pan de mañana, ni el de la semana siguiente ni el del año próximo, sino tan sólo el de hoy. Una de las formas en las que quienes han sufrido grandes tragedias en sus vidas logran salir adelante es tomándose la vida día a día. Si esta filosofía nos puede sacar adelante en los peores momentos, ¡imagínese lo que logrará en los buenos tiempos! Por ello se dice que, para el sabio, cada día es un nuevo comienzo. Yo conservo esto – dijo tomando una placa de la pared y tendiéndosela al joven – y lo leo cada día para recordarme a mí mismo de ello y asegurarme de vivir el momento presente. Me ayuda a obtener el máximo provecho de cada día y al mismo tiempo, de toda mi vida.
La placa contenía un clásico poema hindú en prosa titulado Saludo al amanecer:
¡Mira este día!
Pues es la vida, la propia vida de la vida.
En su breve curso
Están contenidas todas las verdades y las realidades de tu existencia
La bendición del crecimiento
La gloria de la acción
El esplendor de la belleza
Ayer no es más que un sueño
Y mañana es tan sólo una visión
Si vives bien hoy harás que ayer sea un sueño feliz
y mañana una visión de esperanza.Por ello, ¡mira bien este día!
Este es el saludo al amanecer.Kalidasa
– Inténtelo usted mismo – dijo el Sr. Brown. Durante el resto del día centre su mente en lo que esté haciendo en lugar de pensar en lo que ha hecho o en lo que tiene que hacer.
– Creo que entiendo – dijo el joven,– pero, ¿no debemos entonces preocuparnos por el futuro?
– Sólo viviendo en el momento actual podremos crear el futuro que deseamos. Cada momento nos ofrece las opciones que van moldeando nuestro destino. El pensamiento es la semilla de la acción, la acción crea el hábito, los hábitos moldean el carácter y nuestro carácter crea nuestro destino.
Los pensamientos que elegimos en cada momento determinan dónde estaremos al momento siguiente. Este es el modo en el que las decisiones y los actos que realizamos en cada momento van creando nuestro futuro. Al hablar con la gente, verá que generalmente están viviendo en el pasado o en el futuro, en otros tiempos y lugares, en vez de sacar el máximo provecho de lo que tienen aquí y ahora.
Eso es precisamente lo que me ocurrió a mí, y el pensar con frecuencia en cosas diferentes a lo que hacía en cada momento casi acaba con mi vida. Si no vive en el momento presente, tal vez sus días no terminen bajo un camión, pero sin duda se perderá la mayoría de las experiencias y de las oportunidades que se crucen en su camino.
– ¿No estará usted sugiriendo que no se debe planear el futuro, verdad?
– ¡En absoluto! Antes de emprender cualquier acción, es vital planearla debidamente. Pero no planee una cosa mientras esté haciendo otra. Cualquier cosa que haga o piense, concéntrese en esa actividad, emprendiendo tan sólo una cosa a la vez. Cuando hable con alguien, préstele toda su atención; cuando trabaje, enfoque su mente en el trabajo que tiene entre manos y no cometa el mismo error que yo cometí.
– ¿Qué error? – preguntó el joven.
– Cuando cruce la calle, ¡fíjese en el tráfico! Al vivir en el momento presente se reducen significativamente los sentimientos de ansiedad y de depresión, la efectividad en el trabajo aumenta, las relaciones personales mejoran y en general su vida resulta enriquecida. ¡Este es el poder de vivir en el momento presente!
Durante todo el resto del día, el joven trató de mantener su mente atenta a lo que estaba haciendo. No fue fácil detener los pensamientos que surgían de vez en cuando, pero en general logró concentrarse en lo que hacía y al final no tuvo ninguna duda de que lo había hecho mucho mejor que otras veces. En lugar de preocuparse por todo el trabajo pendiente que se acumulaba sobre su mesa, tomó una carta cada vez y por primera vez desde que empezó a trabajar en aquella compañía, hacía ya más de tres años, al final del día su carpeta de trabajos pendientes estaba vacía. Al hablar con sus compañeros de trabajo les prestó toda su atención y se sorprendió mucho cuando uno de ellos le dijo, “Gracias por escucharme, me has ayudado mucho.” Ello le hizo sentirse internamente muy bien.
Por la noche, después de cenar, el joven se sentó y examinó las notas que había tomado durante su entrevista de hoy.
El tercer secreto de la Abundante Felicidad es: el poder de vivir el momento presente.
La felicidad no está en los años, en los meses, en las semanas, ni siquiera en los días. Sólo se la puede encontrar en los momentos.
Sólo lograremos obtener el máximo provecho de la vida si obtenemos el máximo provecho de cada momento.
Los recuerdos están hechos de momentos especiales. Colecciona todos los que puedas.
Vivir en el momento presente disipa los pesares, vence a la ansiedad y reduce el estress.
Recuerda que cada nuevo día es un nuevo comienzo, una nueva vida.