Condiciones básicas para practicar la técnica

Esta técnica se compone de tres factores básicos:

  1. Boca ensalivada, que facilita el adecuado estado físico de relajación.
  2. Conscienciarnos de la Energía que entra por la parte alta de la cabeza y sale a través del plexo solar; canalizando la esencia divina e irradiándola hacia fuera.
  3. El amor en nuestro corazón, para sumarle a la Energía anterior lo mejor de nosotros.

Estos tres conceptos deben registrarse, fusionados, en nuestra mente de tal manera que cuando evoquemos uno cualquiera de ellos, –es decir, que tanto al pensar que la boca se llena de saliva; sentir la Energía entrando por la cabeza y expandiéndose a través del plexo solar o experimentar el Amor en el corazón– será como pulsar un dispositivo para que se ponga en marcha todo el mecanismo y se produzca el “triple efecto”. La mente dará automáticamente la orden; el cuerpo se relajará de inmediato y la serenidad, la confianza y la entrega aparecerán en nuestro ánimo para cumplir la misión que nuestra intención le dicte.

Por eso es de suma importancia que inicialmente se dedique un pequeño espacio de tiempo al día, preferentemente antes de dormirse, por la noche, o al despertarse, por la mañana –hasta que se sienta que efectivamente el registro mental está efectuado– al ejercicio mental; primero, de identificar claramente cada uno de los factores y luego de unificarlos los tres. El estado meditativo –en las personas que estén familiarizadas con la meditación– podría ser idóneo para este ejercicio, pero si no, bastará con encontrar un buen momento de tranquilidad.

Se empezará por acceder al reconocimiento de cada uno de estos factores por separado, hasta tener la absoluta certeza de tenerlos bien fijados en nuestra mente, procediendo de la siguiente manera:

Insalivación

Ejercitemos la insalivación diciéndonos la siguiente frase: “mi boca se llena de saliva fluida y dulce”. En pocos días nuestra boca se ensalivará solamente con pensar en ello.

Canalizando Energía

Ejercitemos la capacidad de hacernos conscientes de la Energía que entra por la parte alta de nuestra cabeza, a ser posible visualizando que ésta entra en forma de luz blanca, pero si tenemos impedimentos para visualizar podemos concebir la Energía como quiera que se nos ocurra, lo único imprescindible es tomar consciencia de ello. Y que a la vez que nos conscienciamos de que la Energía entra, la irradiaremos, también, hacia fuera por el plexo solar –boca del estómago, donde termina el esternón– hasta que esto se produzca solamente con desearlo. Al principio, para entrenarnos, podemos ayudarnos con la respiración; de manera que cuando inspiramos la Energía entra y al expirar la irradiamos hacia fuera.

Experimentando Amor

Ejercitemos también la dulce sensación de experimentar el Amor en nuestro corazón hasta que, de igual manera que en los casos anteriores, ese efecto aparezca con sólo pensar en ello. Léase el capítulo sobre el amor.

Fusión

Y por último ”FUSIÓN”. Ensalivemos la boca, canalicemos Energía expandiéndola y a la vez evoquemos el Amor en nuestro corazón tratando de mantenernos ahí el máximo tiempo que nos sea posible, pero unos cuantos segundos pueden ser suficientes.

Hemos de comprobar, tranquilamente una y otra vez que, efectivamente, cada vez que pensamos en cada uno de los tres factores los otros dos se presentan también y cuando estemos seguros ¡Aja! Tendremos la comprobación de haber archivado en nuestra mente una poderosa arma de transformación personal con la que podremos trasmutar todo nuestro sufrimiento en paz armonía y equilibrio.

Nuestra cabeza será como una enorme antena que recoge la Energía que le llega de todas direcciones. Nuestro corazón le suma a ese torrente energético el amor que hay en él. Y por nuestro plexo solar se emite, hacia fuera esa Energía, enriquecida con nuestra mejor intención, en la dirección de nuestro objetivo.

Aclaraciones en cuanto a insalivación

El Dr. Ángel Escudero, creador de la noesiterapia –técnica de superación del dolor a través del pensamiento– lleva treinta años haciendo intervenciones quirúrgicas con “anestesia psicológica”, para lo cual el paciente consigue anestesiarse y mantenerse anestesiado –durante el tiempo que previamente se ha programado mentalmente– sólo y exclusivamente conservando la boca ensalivada.

La razón de mantener la boca ensalivada, según Escudero, tiene relación con la activación de una serie de funciones del sistema parasimpático. Cuando pensamos: «fluye saliva en mi boca», el cerebro recibe la idea, en respuesta a esta orden, y pone en marcha el mecanismo necesario para estimular las glándulas salivares y que se produzcan la saliva fluida necesaria. Si se consigue la insalivación fluida, se pueden detectar, además, todos los signos de una respuesta biológica positiva, acompañados de una mejor sensación de paz y relajación y una disminución de la frecuencia de los latidos del corazón y en las arterias, por una vasodilatación, se producirá una disminución de la resistencia periférica al flujo de la sangre. En los pulmones se estimula la contracción de los músculos espiratorios, por tanto se facilita la expulsión del aire. En el estomago, intestinos etc., se produce una tendencia al aumento de la movilidad y la secreción de jugos gástricos.

La sabiduría popular lo sabe desde hace mucho tiempo y lo expresan con frases como: «seme cae la baba» o «se me hace la boca agua».

Además de todo eso, parece ser, que el reflejo de producir saliva es el primero que se produce en el feto, antes incluso que el reflejo de succión, y de esa forma conectamos a nivel biológico y mental con las primeras sensaciones vitales del organismo y por tanto, los registros neurológicos se activan haciendo que en el cerebro se estimulen aquellas zonas que segregan hormonas gratificantes: endorfinas. Es como conectar con el potencial mental para actuar en el físico y conseguir mejores resultados.

Dice el Dr. Escudero que si la enseñanza de la insalivación la conociera y practicara todo el mundo, el hombre se encontraría de regreso al paraíso, entendiendo esto, no como un lugar en la tierra, sino como una situación de privilegio, a partir de la cual se podría empezar la evolución positiva hacia el bien infinito que fue nuestro origen y que ha de ser, necesariamente, nuestro fin.