Las resistencias

Donde no hay resistencia no hay daño, dice Chris Griscom.

La práctica de este sistema tiene resultamos infalibles; su única dificultad estriba en la superación de las resistencias que nuestro sistema mental de defensa nos presenta; sobre todo, cuando lo que pretendemos es enviar Energía de Amor, precisamente a aquello que nos produce rechazo, como por ejemplo a una persona que, sin saber exactamente por qué, nos desagrada, o a alguien que, como puede ser el caso de un homicida, nos causa repulsión.

Para conseguir la disolución de nuestro sufrimiento es fundamental poseer una resolución y una dirección firme. Las resistencias son un maravilloso dispositivo interno de protección mientras caminamos por la vida en la inconsciencia; pero en cuanto aprendemos a ser conscientes de nuestras emociones y a tratarlas adecuadamente todo ese mecanismo empieza a perder la energía de la cual se sustenta para terminar quedándose inservible. Contra toda resistencia, hay que utilizar la infalible insistencia.

La generosidad y la tolerancia son herramientas imprescindibles para someter a las resistencias. Sin ellas tendremos muchas dificultades para entregarnos a amar aquello que más rechazamos y ofrecernos a “dar” desinteresadamente. La auténtica comprensión y el beneficio llegarán más tarde, como efecto de esa entrega. Si por el contrario realizamos el acto amoroso pensando en el bien que el mismo pueda reportarnos, la “magia” no se producirá. Lo único que debemos hacer –aunque sea por un instante– es ser conscientes de que estamos recibiendo del Universo “lo mejor” y “eso” es lo que debemos irradiar hacia fuera, sin que en nuestro pensamiento quede espacio para ninguna otra cosa.

Con esta técnica se desencadenan más resistencias que cuando se trabaja solamente con visualizaciones y repeticiones de afirmaciones o frases, ello se debe a que nuestra mente pone menos oposición a visualizar o repetir algo que desea, que cuando la empujamos, naturalmente, a amar algo que el cuerpo emocional le está empujando a rechazar. Ambas técnicas utilizan el poder mental para conseguir la liberación y el bien que se desea, pero a menos que las repeticiones y visualizaciones contengan la necesaria dosis de Amor, al trabajar con éstas, estaremos utilizando solamente nuestra mente limitada, sin la llave de la Energía Amor que es la que abre la puerta de la espiritualidad para que ésta nos comunique con la totalidad.

El saber –acumulación de datos o razonamientos– tiene poco efecto sobre los niveles más profundos de nuestro ser, pero tan pronto como palpamos el aspecto de la fuerza divina y nos identificamos con ella surge la transformación y la autentica sabiduría y comprensión.

Tanto el miedo como las resistencias son maniobras de defensa para la inconsciencia y la supervivencia del cuerpo emocional, luego, es fácil entender que cuanto más conscientes nos vamos volviendo, menos necesitamos de esas defensas y menos atrapados estaremos por emociones destructivas.

Debemos confiar en nosotros, sabiendo que si nos lo proponemos podemos liberarnos de todo lo que nos atormenta. Para ello hemos de ser amables y pacientes con nosotros mismos para no rendirnos y abandonar a causa de las resistencias.

Nuestra mente necesita un espacio de tiempo para readaptarse a la nueva situación de aceptar que ahora vamos a llevar los mandos del control conscientemente. Y ese periodo de adaptación no es igual para todo el mundo. Por eso es tan importante la paciencia, la insistencia y la aceptación de nuestro particular proceso. Cuando nos anclemos en la actitud de esas tres premisas, sin “preocuparnos” de los resultados sino “ocupándonos” solamente de la acción; las resistencias cederán y los resultados aparecerán.

Las resistencias pueden aparecer tanto de forma consciente como inconsciente. Son conscientes cuando nos “negamos” a pasar por “algo” porque lo tememos. Y son inconscientes cuando queremos hacer alguna cosa, por ejemplo abrazar a alguien, y aún así, una fuerza interior nos impide hacerlo.

Aunque, con esta técnica ambas resistencias serán tratadas con la misma Energía el procedimiento de hacerlo es ligeramente distinto.

Veamos. Cuando nos negamos conscientemente a pasar por algo, ya sea una enfermedad, la muerte de un ser querido, tener un accidente, etc. es porque tememos el sufrimiento que nos reportaría vivir esa experiencia. Y el cuerpo emocional que se nutre, precisamente, de nuestro miedo seguirá presionando a la mente para que genere pensamientos y situaciones de las que él pueda seguir alimentándose. Por lo tanto habrá que ir reduciendo los miedos para que, a su vez, el cuerpo emocional se vaya debilitando. Y eso lo haremos simplemente irradiando Energía de Amor a esos miedos. Lo veremos en el capítulo de “La Técnica”.

Es imprescindible llegar a tal punto de aceptación que sintamos que la vida es un proceso de aprendizaje en el se nos presentan aquellas situaciones que nos conducen a la oportunidad de conseguir nuestro equilibrio interior para desde ahí poder realizarnos libremente, –sin los grilletes emocionales– pues ésa es la primera misión de nuestras vidas. Hasta que no comprendamos realmente eso, no habremos dado el primer paso hacia esa auténtica liberación, es decir, hacia el estado en el que no necesitemos el sufrimiento para evolucionar.

En cuanto a las resistencias inconscientes, la irradiación de la Energía se dirige hacia la persona, cosa, animal etc., que nos produzca rechazo, odio, malestar etc.

Las resistencias inconscientes, tienen la misión de mantenernos dentro de un espacio seguro, mientras caminamos por la vida en la inconsciencia. Por eso una parte nuestra cree estar muriendo cuando permitimos el acceso a nuestro yo superior y a que domine nuestra parte espiritual. Entonces aparece el miedo a perder la orientación e incluso la razón. Es muy importante saber que ese efecto, aunque puede asustarnos mucho al principio, es solamente un espejismo que se desvanecerá en cuanto insistamos en la aplicación de la técnica. Porque con esta acción ya no habrá cabida para la autoprotección, ni el enjuiciamiento contra nada ni contra nadie. Al no existir resistencia por nuestra parte, no puede haber "guerra" ni, por lo tanto, vencedores o vencidos.

Nos convertiremos en parte de aquello que antes rechazábamos porque una proyección emocional nos hacía temerlo. Es fácil entender que si al hablar con alguien que antes nos causaba temor, (un jefe, una autoridad, un padre etc.) cuando ahora al dirigirnos a él, nuestro aura le diga a la suya: «te amo, tu y yo somos parte de lo mismo»; cualquier otra energía con la que él pudiera estar operando, se vea afectada perdiendo su poder.

Sin darnos cuenta vivimos permanentemente resistiéndonos, negándonos a aceptar las circunstancias y el momento presente, protestando y rechazando todo lo que no nos gusta. Cuando trabajamos con esta técnica, irradiando Energía de Amor a todo aquello que nos molesta, lo que en realidad estamos haciendo es romper nuestra resistencia a pasar por todo lo que la vida nos va presentando y que desde alguna parte de nuestro interior, inconscientemente, nosotros provocamos o atraemos. Y ahora me refiero a cosas aparentemente insignificantes que percibimos como agresión, tales como puede ser el humo de un cigarro, los golpes que en el techo da el vecino de arriba, el llanto de un niño... Estemos donde estemos, pasando por lo que sea, hemos de aceptar que debe haber alguna razón por la cual nos encontramos ahí en ese momento y no en otra parte y la razón es siempre la misma: encontrar la senda que nos conduzca a la conexión con nuestro Yo superior.

A causa de nuestros “hambrientos” cuerpos emocionales somos, inconscientemente, adictos a la negatividad; y para desembarazarnos de ella tenemos que reconocer que ésta no es más que una oportunidad para evolucionar. Debemos permitir que entre cualquier experiencia aunque la consideremos negativa. Al no resistirnos, la energía de negatividad se desvanecerá y las experiencias perderán su razón de ser, por lo tanto se nos presentará cada vez con menos frecuencia.

El Amor es la infalible Energía que disuelve toda resistencia. Él es la llave que nos permite introducirnos en la totalidad apartándonos de la segregación, a causa de la cual, percibimos los acontecimientos como agresión.

No podemos hacer que la gente deje de fumar, ni que los niños dejen de llorar, ni que el vecino deje de actuar como lo hace. Podríamos irnos, es decir huir, pero no serviría de nada: se nos volverían a presentar circunstancias similares. La solución está en transformarnos con la Energía del Amor, para conseguir que esas cosas dejen de molestarnos. Cuando lo hacemos, nuestras circunstancias cambian y empezamos a atraer hacia nosotros otras personas, otros trabajos, incluso otros vecinos y otras ciudades donde vivir...

Al principio puede que las resistencias consigan que os sintáis aparentemente enfermos, pues el dominio del cuerpo emocional, pondrá en marcha todos las estrategias a su alcance para impedir que otra energía, diferente a la suya, le arrebate el mando.

Otro inconveniente con el que podemos tropezar, al principio, y que también se debe a las resistencias, es la concentración, porque no tenemos costumbre de prestar atención a nuestras continuas emociones. Pero en cuanto logramos darnos cuenta de lo que sentimos cuando estamos enfadados o alegres, tenemos la posibilidad de elegir con qué emoción queremos quedarnos. Nuestra “personal iniciación” consistirá en prestar atención y mantenerla el mayor tiempo posible y eso es lo que más nos cuesta; porque nuestra mente, dominada por el cuerpo emocional, está siempre llevándonos incontroladamente al mundo de la distracción, de la charla mental, de un pensamiento a otro, de un miedo a otro, de una a otra preocupación...

“Intentar” no es una buena palabra para empezar a ejercitar este método porque ella es sinónimo de lucha, de resistencia, de nadar contra corriente. Hay que tener una actitud de firmeza y decir ¡Sí!. Sí vamos a lograrlo porque es algo que está dentro de nuestras posibilidades. No importa cuánto tiempo seamos capaces de permanecer en la atención; los periodos irán creciendo a medida que nos vayamos ejercitando y las resistencias irán cediendo.

Tenemos que llegar a nuestra mente superior y no lo haremos si seguimos apegados y ocultos en la oscuridad escuchando solamente la voz de las resistencias.