Amor inesperado, vida inesperada, muerte inesperada, son experiencias que están sólidamente unidas en el recuerdo. Así como la vida me dio la posibilidad de encontrarme con una persona y yo transformé esa coincidencia en significativa, así la muerte, desde la otra punta de la polaridad, me plantea el mismo aprendizaje.
"Mónica fue un amor inesperado. No lo busqué y cuando apareció sentí que era un alma gemela y no sólo una compañera de viaje. Cuando murió sentí que mi vida se derrumbaba hasta que me di cuenta de que ella había entrado y salido de una misma manera: inesperadamente. Fue un amor inesperado, tanto como su muerte, tanto como su vida. Fue lo que necesité para romper con el formalismo, la obsesividad y el intelectualismo de mi vida. Lo inesperado le dio una nueva dimensión a mi existencia, más profunda, más humana. Fue necesario un encuentro, un amor y una despedida. Así, todos sorpresivos. Aprendí la lección y hoy puedo recordar a un alma gemela que me amó tanto que fue capaz de morir para que yo viviera. Recordar no es atormentarse, es una caricia.