Hay que salir a caminar por un lugar tranquilo. Si es posible un parque. Caminamos a paso sereno, respirando rítmicamente. Con cada paso vamos pensando en encontrar a la persona que ha muerto y por quien estamos apenados. Luego de caminar entramos en un bar para esperarla.
Ni cuando caminamos, ni en el bar, ni en ninguna otra parte, más que en nuestro corazón, está esa persona. No vamos a poder caminar, ni tomar un café con ella, pero vamos a poder recordarla. Pensemos qué cosas nos quedaron pendientes, qué cosas no nos dijimos o no hicimos. Vamos a anotarlas en un papel. Ahora que está todo escrito lo rompemos y arrojamos los pedazos.
Ahora hay que esperar a que surjan nuevos proyectos, nuevos compromisos, seguir con nuestra vida, con otras personas.