La muerte es un trabajo de transformación. Pensando en la muerte de ese ser querido tenemos tres tareas que hacer: abandonar las expectativas del futuro compartido, liberarnos del pasado y de los lazos del apego que nos atan y, finalmente, ensanchar el horizonte de ¿quién soy yo? Todas estas tareas tienen en común que nos anclan mucho más en el presente y que nos enseñan a aprender a vivir y aceptar la vida día a día.
El trabajo que tenemos que realizar consiste en reflexionar sobre estos tres temas como figura que resalta sobre el fondo de una muerte inesperada.