Varios autores señalan que la inhibición del psiquismo y el dolor moral son dos fenómenos fundamentales de la depresión.
Por inhibición se entiende un enlentecimiento global de las funciones psíquicas (pensar, hablar, hacer, etc.), que trae como consecuencia la reducción del campo de la conciencia del sujeto (que a veces se expresa en disminución de la capacidad de registro de los sentidos), la retracción de sus intereses (que puede llegar hasta la apatía), la introversión (el sujeto se repliega sobre sí mismo) y el apartamiento del contacto social (la persona rehuye establecer comunicación y contactos interpersonales). Aprisionado por esta experiencia, el sujeto siente una gran dificultad para poder pensar, evocar, imaginar y hacer, como si una gran piedra pesara sobre él, obligándolo a desarrollar el doble de esfuerzo para concretar cada actividad. Simultáneamente está dominado por una gran astenia física y psicomotriz. Lo que él siente internamente es un profundo dolor y pena ante esta dificultad que lo hace aparecer casi como un "discapacitado".
Por su parte, el dolor moral se manifiesta como una pérdida de imagen, valor y estima, que bien puede tomar la forma de sentimientos de culpa, autoacusación, autopunición, autodesprecio, vergüenza, fealdad, condena o cualquier otra variedad por el estilo. También la desesperación y la angustia, así como la vivencia de fin de mundo, pueden estar expresando este síntoma depresivo.