La noticia de que Marta había muerto me dejó sin palabras. Fue algo inesperado, sorpresivo. Quedé paralizado mientras escuchaba el relato que su marido, desgarrado por el dolor, me hacía.
"Marta había salido a caminar, como lo hacía habitualmente por las calles cercanas a casa. Caminaba y pensaba (para ella era como un ejercicio de meditación). En ese momento del día serenaba su ánimo, clarificaba sus pensamientos, ordenaba sus ideas. Seguramente no vio el camión sin control que subía a la vereda. No sufrió, murió al instante."
¿Qué sentí yo luego de la noticia? Me sentí desolado, desgarrado, que nadie podía entender mi dolor, que quería meterme para adentro. Estaba aturdido, abrumado por la sorpresa, incrédulo de lo que escuchaba.
Repetía: no puede ser.
Hay muchas maneras de reaccionar ante una noticia semejante que van desde la parálisis hasta no querer pensar. Algunas personas han dicho que lo primero que pensaron fue en hacer un viaje; otras, en buscar la información precisa de lo que había sucedido, que es una manera de tratar de entender lo inentendible; otras, descontrolándose; otras, pensando en los otros seres cercanos que quedaron vivos y cómo ayudarlos; otras,...
La sorpresa es la reacción emocional ante lo inesperado. "Estaba descuidado, me sorprendieron." Lo mismo pasa con la noticia de una muerte inesperada: era impensable, nos tomó sin estar preparados. La noticia entró como un rayo, de un modo masivo, en nuestra conciencia, sin gradualismos ni adaptaciones progresivas.
En ese momento revivimos de un modo inconsciente las "situaciones de sorpresa" de nuestra vida y no sólo reaccionamos por lo actual sino por todo lo pasado. El pasado se nos viene encima con la fuerza de lo postergado y no elaborado.
Mónica murió por un paro cardíaco en medio de un ataque de asma. Esa noche íbamos a salir a cenar y a conversar. Éramos muy amigos. Cuando su marido me avisó de su muerte, el teléfono se cayó de mis manos y me desplomé al piso, confuso, la vista nublada, creo que en shock. Esa noche tuve un sueño: iba corriendo por un terreno abandonado, masticando dos pedazos de carne cruda que no podía tragar. Tenía mucha angustia y temor.
Hacía años había tenido un sueño similar, pero era sólo un pedazo de carne. Las circunstancias de ese primer sueño eran similares.
Una persona muy querida para mí, también llamada Mónica, había muerto trágicamente. Había sido una muerte inesperada, que nunca había podidoelaborar. Ese día, ante la nueva muerte, había revivido en sueño esa experiencia "intragable" y "cruda" que me había provocado, originalmente, espanto.
La sorpresa es una característica esencial de las muertes inesperadas, pero en ella se reiteran y se repiten las sorpresas del pasado no elaboradas.
A veces, esta cuenta pendiente lleva al sujeto a acorazarse: "Ya nada me sorprende", o inclusive a volverse rígido e insensible. Otras, la persona queda vulnerable, hipersensibilizada a cualquier pequeño estímulo o desarrolla una gran capacidad de negación: "No pasa nada, todo esta bien".
Ante una muerte inesperada, quien no se sorprende no se está permitiendo tener una vivencia natural y necesaria, cuya finalidad consiste en darle tiempo al psiquismo para asimilar la información sin quebrarse ni partirse.
Por lo tanto, la sorpresa es una vivencia necesaria, como una herramienta que el organismo utiliza como primera respuesta ante una situación inesperada desbordante y dolorosa.