El dinero es tímido y elusivo. Tiene que ser procurado y obtenido por métodos no muy distintos a los que emplea una persona enamorada y decidida, que persigue a la pareja de sus sueños. Coincidiendo con ello, el poder utilizado en el acto de «cortejar» al dinero no se diferencia en mucho del que se utiliza para cortejar a una mujer. Para que ese poder se utilice con éxito en la obtención del dinero, debe ser mezclado con la fe. Debe ser mezclado con el deseo. Debe ser mezclado con la perseverancia. Debe ser aplicado mediante un plan, y ese plan debe ser puesto en acción.
Cuando el dinero aparece en grandes cantidades, fluye hacia aquel que lo acumula con la misma facilidad con que el agua fluye hacia abajo. Existe una gran corriente invisible de poder que puede compararse con la de un río, excepto que una parte fluye en una dirección, y se lleva consigo a todos los que se encuentran en ese lado de la corriente, en dirección a la riqueza; y la otra lo hace en la dirección opuesta, y se lleva hacia la miseria y la pobreza a todos los que no logran salir de ella.
Todo aquel que haya acumulado una gran fortuna ha reconocido la existencia de esta corriente de la vida. Consiste en un proceso de pensamiento. Las emociones positivas del pensamiento forman el lado de la corriente que le lleva a uno hacia la fortuna. Las emociones negativas forman el lado de la corriente que le lleva a uno hacia la pobreza.
Esto contiene un pensamiento de una gran importancia para toda aquella persona que esté siguiendo este libro con el propósito de acumular una fortuna.
Si se encuentra usted en el lado de la corriente de poder que conduce a la pobreza, esto puede servirle como una especie de remo, mediante el cual impulsarse a sí mismo hacia el otro lado de la corriente. Pero sólo le servirá mediante la aplicación y el uso. La simple lectura y juicio sobre lo que lee, ya sea en un sentido o en otro, no le beneficiará en nada.
La pobreza y la riqueza suelen cambiar de lugar. Cuando la riqueza ocupa el lugar de la pobreza, el cambio se produce a través de planes bien concebidos y cuidadosamente ejecutados. La pobreza, en cambio, no necesita de plan alguno. No necesita que la ayuden, porque es enérgica y ruda. En cambio, la riqueza es reservada y tímida, y, por lo tanto, tiene que ser «atraída».
LA FELICIDAD SE ENCUENTRA EN HACER, NO SÓLO EN POSEER.