El «equipo de trabajo» puede ser definido como: «coordinación de conocimiento y esfuerzo, en un espíritu de armonía, entre dos o más personas, para el logro de un propósito definido».
Ningún individuo tendrá un gran poder sin tener el «equipo de trabajo» a su disposición. En un capítulo anterior ya se han dado instrucciones para la creación de planes para el propósito de transformar el deseo en su equivalente monetario. Si usted lleva a cabo esas instrucciones con perseverancia e inteligencia, y utiliza la discriminación en la selección del «equipo de trabajo», su objetivo estará medio alcanzado, incluso antes de que empiece a darse cuenta de ello.
Así pues, para que comprenda las potencialidades intangibles del poder de que dispone mediante un «equipo de trabajo» adecuadamente seleccionado, explicaremos aquí las dos características del principio del «equipo de trabajo», una de las cuales es de naturaleza económica, y la otra, de naturaleza psíquica. La característica económica resulta evidente. Cualquier persona podrá conseguir ventajas económicas rodeándose del asesoramiento, el consejo y la cooperación de un grupo de personas dispuestas a prestarle una ayuda honesta, en un espíritu de perfecta armonía. Esta forma de alianza cooperativa ha sido el fundamento de casi todas las grandes fortunas. Su comprensión de esta gran verdad puede llegar a determinar definitivamente su estatus financiero.
La fase psíquica del principio del «equipo de trabajo» es mucho más difícil de captar. Quizás usted pueda admitir una sugerencia significativa a partir de la siguiente afirmación: «No hay dos mentes que se unan sin crear por ello una tercera fuerza invisible e intangible que puede enlazar con una tercera mente».
La mente humana es una forma de energía, una parte de la cual es de naturaleza espiritual. Cuando las mentes de dos personas se coordinan en un espíritu de armonía, las unidades espirituales de energía de cada mente forman una afinidad, que constituye la fase «psíquica» del «equipo de trabajo».
Hace ya más de cincuenta años, Andrew Carnegie fue el primero en llamar mi atención sobre el principio del «equipo de trabajo», o más bien sobre la característica económica del mismo. El descubrimiento de este principio fue el responsable de la elección del trabajo de mi vida.
El «equipo de trabajo» del señor Carnegie estaba compuesto por unos cincuenta hombres, de los que él se supo rodear con el propósito definido de fabricar y vender acero. Él atribuía toda su fortuna al poder acumulado a través de ese «equipo de trabajo». Si se analiza la historia de cualquier hombre que haya acumulado una gran fortuna, y las de muchos de aquellos que han acumulado fortunas modestas, se descubrirá que todos ellos han empleado consciente o inconscientemente el principio del «equipo de trabajo».
¡No se puede acumular ningún gran poder por medio de ningún otro principio!