Cincuenta y cinco excusas famosas del viejo si...

Las personas que no alcanzan el éxito tienen un rasgo característico común. Conocen todas las razones que explican el fracaso, y disponen de lo que consideran que son toda clase de justificaciones para explicar su propia falta de logros.

Algunas de esas justificaciones son inteligentes, y unas pocas de ellas se hallan incluso confirmadas por los hechos. Pero no se pueden utilizar excusas para no tener dinero. El mundo que nos rodea sólo quiere saber una cosa: ¿ha alcanzado usted el éxito?

Un analista del carácter compiló una lista de las excusas que suelen utilizarse con mayor frecuencia. A medida que lea la lista, examínese a sí mismo con cuidado, y determine cuántas de estas excusas ha hecho suyas, si es que hay alguna. Recuerde también que la filosofía presentada en este libro hace que cada una de estas excusas haya quedado obsoleta.

  1. SI no tuviera una esposa y una familia…
  2. SI tuviera suficiente «empuje»…
  3. SI tuviera dinero…
  4. SI tuviera una buena educación…
  5. SI pudiera conseguir un trabajo…
  6. SI gozara de buena salud…
  7. SI dispusiera de tiempo…
  8. SI los tiempos fueran mejores…
  9. SI otras personas me comprendieran…
  10. SI las condiciones que me rodean fueran diferentes…
  11. SI pudiera volver a vivir mi vida…
  12. SI no tuviera miedo de lo que «ellos» dicen…
  13. SI me hubieran dado una oportunidad…
  14. SI ahora tuviera una oportunidad…
  15. SI otras personas no lo hubieran conseguido por mí…
  16. SI no sucediera nada que me detuviera…
  17. SI fuera más joven…
  18. SI pudiera hacer lo que quisiera…
  19. SI hubiera nacido rico…
  20. SI pudiera conocer a la «gente adecuada»…
  21. SI tuviera el talento que algunas personas tienen…
  22. SI me atreviera a imponerme…
  23. SI sólo hubiera aprovechado las oportunidades del pasado…
  24. SI la gente no me pusiera nervioso…
  25. SI no tuviera que mantener la casa y cuidar de los hijos…
  26. SI pudiera ahorrar algún dinero…
  27. SI el jefe me apreciara…
  28. SI contara con alguien que me ayudara…
  29. SI mi familia me comprendiera…
  30. SI viviera en una gran ciudad…
  31. SI sólo pudiera empezar…
  32. SI fuera libre…
  33. SI tuviera la personalidad de algunas personas…
  34. SI no fuera tan gordo…
  35. SI mi talento fuera conocido…
  36. SI pudiera abrirme «paso»…
  37. SI pudiera librarme de deudas…
  38. SI no hubiera fracasado…
  39. SI supiera cómo…
  40. SI nadie se me opusiera…
  41. SI no tuviera tantas preocupaciones…
  42. SI pudiera casarme con la persona adecuada…
  43. SI la gente no fuera tan insensible…
  44. SI mi familia no fuera tan extravagante…
  45. SI estuviera seguro de mí mismo…
  46. SI no tuviera la suerte en contra…
  47. SI hubiera nacido bajo otro signo…
  48. SI no fuera cierto que «lo que tiene que ser, será»…
  49. SI no tuviera que trabajar tanto…
  50. SI no hubiera perdido mi dinero…
  51. SI viviera en un barrio diferente…
  52. SI no tuviera un «pasado»…
  53. SI tuviera una empresa propia…
  54. SI los demás me escucharan…
  55. SI…, y éste es el mayor de todos ellos, si yo tuviera el valor de verme tal y como soy en realidad, descubriría qué es lo que pasa conmigo, y lo corregiría. Entonces tendría la oportunidad de aprovechar mis propios errores y aprender algo de la experiencia de los demás, pues sé que me ocurre algo que no está del todo bien porque estaría donde debería estar si me hubiese pasado más tiempo analizando mis debilidades, y menos buscando excusas que las justificaran.

Encontrar excusas con las que explicar el fracaso es un pasatiempo nacional. El hábito es tan viejo como el ser humano, ¡y fatal para el éxito!

¿Por qué la gente se aferra a sus mezquinas excusas?

La respuesta es evidente. Defienden sus excusas porque ellos mismos las crean. Toda excusa es hija de la propia imaginación. Y está en la naturaleza del hombre defender lo que es producto del propio cerebro.

Encontrar excusas es un hábito profundamente arraigado. Los hábitos son difíciles de romper, sobre todo cuando ofrecen una justificación para algo que hemos hecho.

Platón pensaba en esta verdad cuando afirmó:

«La primera y mejor victoria es conquistar el yo. Ser conquistado por el yo es, de todas las cosas, la más vergonzosa y vil».

Otro filósofo pensaba en lo mismo cuando dijo:

«Me llevé una gran sorpresa al descubrir que la mayor parte de la fealdad que veía en los demás no era más que un reflejo de mi propia naturaleza».

Elbert Hubbard dijo:

«Siempre ha sido un misterio para mí saber por qué la gente se pasa tanto tiempo engañándose a sí misma, creando excusas para justificar sus debilidades. Si ese tiempo se utilizara de un modo diferente, bastaría para curar la debilidad, y entonces no necesitaríamos de ninguna excusa».

Antes de terminar, quisiera recordarle que:

«La vida es un tablero de ajedrez y el contrincante es el tiempo. Si vaciláis antes de mover, o descuidáis hacer el movimiento con prontitud, el tiempo os vencerá, hombres. Jugáis contra un contrincante que no tolera la indecisión».

Es posible que hasta ahora usted haya tenido una excusa lógica para no verse obligado a exigirle a la vida aquello que usted mismo le ha pedido, pero esa excusa ha quedado obsoleta, porque ahora usted está en posesión de la llave maestra que abre la puerta de las cuantiosas riquezas de la vida.

La llave maestra

La llave maestra es intangible, pero muy poderosa. Otorga el privilegio de crear, en la propia mente, un ardiente deseo de alcanzar una forma definida de riqueza. No hay ningún castigo por utilizarla, pero se ha de pagar un precio por no hacerlo. Ese precio es el fracaso. Si la utiliza, en cambio, le espera una recompensa de enormes proporciones. Se trata de la satisfacción que nos produce conquistar el yo y obligar a la vida a entregarnos aquello que se le pide.

La recompensa es digna de su esfuerzo.

¿Está dispuesto a empezar y convencerse?

«Si todos estamos relacionados —dijo el inmortal Emerson—, debemos conocernos».

Para terminar, permítaseme decir:

«Si todos estamos relacionados, nos hemos conocido a través de estas páginas».