El taller del diablo

Además de los seis temores básicos, hay otro mal del que la gente suele sufrir. Constituye un terreno abonado en el que las semillas del fracaso crecen en abundancia. Es algo tan sutil que, con frecuencia, ni siquiera se detecta su presencia. Esta aflicción no puede clasificarse como un temor. Es algo que se halla enraizado más profundamente y que, a menudo, resulta más funesto que los seis temores básicos. A falta de un nombre mejor, denominemos a este mal susceptibilidad a las influencias negativas.

Los hombres que acumulan grandes riquezas se protegen siempre contra él. Aquel que se ve afectado por la pobreza nunca lo hace. Los que tienen éxito en cualquier actividad han de preparar sus mentes para resistirse a este mal. Si usted está leyendo esta filosofía con el propósito de acumular riquezas, debe examinarse a sí mismo con sumo cuidado, para determinar si es usted susceptible a las influencias negativas. Si descuida este autoanálisis, habrá renunciado a su derecho a alcanzar el objeto de sus deseos.

Haga que su autoanálisis sea investigador. Después de haber leído las preguntas preparadas para llevarlo a cabo, aténgase a un estricto recuento de sus respuestas. Ponga manos a la obra con toda la atención posible, como si emprendiera la búsqueda de cualquier otro enemigo del que supiera que está esperándole para tenderle una emboscada, y enfréntese a sus propias faltas, tal y como haría con un enemigo más tangible.

Puede protegerse con facilidad contra los salteadores de caminos, ya que la ley ofrece cooperación organizada en beneficio de usted, pero tenga en cuenta que este «séptimo mal básico» es mucho más difícil de dominar, porque suele golpear cuando usted no es consciente de su presencia, tanto si usted duerme como si está despierto. Además, su arma es intangible, pues consiste simplemente en un estado mental. Este mal también resulta peligroso debido a que golpea de muchas formas diferentes, tantas como experiencias humanas existen. En ocasiones, entra en la mente a través de palabras bienintencionadas pronunciadas por un pariente cercano. Otras veces, le perturba a uno desde dentro, por medio de la propia actitud mental. Siempre es tan mortal como un veneno, aun cuando no pueda matar con la misma rapidez.