En conjunto, este temor surge de dos fuentes. En primer lugar, del pensamiento de que la vejez puede traer consigo la pobreza. En segundo término, siendo ésta la fuente más común, a partir de enseñanzas falsas y crueles del pasado que se han mezclado demasiado bien con «fuego y azufre» y otras ideas diseñadas con gran astucia para esclavizar al hombre a través del temor.
En el caso del temor básico a la vejez, el hombre tiene dos razones muy sanas para su aprensión: una surge de la desconfianza hacia sus semejantes, que pueden arrebatarle todas sus posesiones mundanas, y la otra surge de las terribles imágenes que hay en su mente acerca del «más allá».
La posibilidad de la mala salud, que se incrementa a medida que la gente envejece, contribuye asimismo a este temor tan común a la vejez. El erotismo también entra a formar parte del temor a la vejez, ya que a ningún hombre le agrada la idea de ver disminuida su atracción sexual.
La causa más común de temor a la vejez va asociada con la posibilidad de la pobreza. «Asilo» no es una palabra muy agradable. Produce un escalofrío en la mente de toda persona que afronta la posibilidad de tener que pasar los últimos años de su vida en una casa de beneficencia.
Otra causa que contribuye al temor a la vejez es la posibilidad de perder la libertad y la independencia, ya que la vejez puede traer consigo la pérdida de la libertad, tanto física como económica.