Usted dispone de un control absoluto sobre una única cosa: sus pensamientos. Se trata del hecho más significativo e inspirador de todos los conocidos por el hombre. ¡Refleja la naturaleza divina del hombre! Esta prerrogativa divina es el único medio de que usted dispone para controlar su destino. Si no logra controlar su mente, puede estar seguro de que no logrará controlar nada más. Si tiene que ser descuidado en lo que se refiere a sus posesiones, deje que sea en relación con las cosas materiales. ¡Su mente es su posesión espiritual! Protéjala y utilícela con todo el cuidado al que tendría derecho la realeza divina. Para ese propósito se le dio la fuerza de voluntad.
Por desgracia, no existe protección legal contra aquellos que, ya sea a propósito o por ignorancia, envenenan las mentes de los demás mediante la su gestión negativa. Esta forma de destrucción debería ser punible, y con duros castigos legales, porque puede destruir, como sucede a menudo, las oportunidades de la persona para adquirir cosas materiales que están protegidas por la ley.
Hombres con mentes negativas trataron de convencer a Thomas A. Edison de que no podría construir una máquina que registrara y reprodujera la voz humana, «porque —dijeron— nunca antes nadie ha producido una máquina igual». Edison no les creyó. Sabía que la mente era capaz de producir cualquier cosa que la propia mente pudiera concebir y creer, y ese conocimiento fue lo que elevó al gran Edison por encima del rebaño común.
Hombres con mentes negativas le dijeron a F. W. Woolworth que se arruinaría si trataba de dirigir una tienda sobre la base de ventas de artículos a cinco y diez centavos. Woolworth se negó a creerles. Sabía que podía hacer cualquier cosa, dentro de lo razonable, si apoyaba sus planes con la fe. Ejerció su derecho a descartar de su mente las sugerencias negativas de los demás, y acumuló una fortuna de más de cien millones de dólares.
Personas de mentalidad dubitativa se burlaron cuando Henry Ford probó su primer automóvil, toscamente fabricado, en las calles de Detroit. Algunos afirmaron que aquel artefacto jamás sería práctico. Otros dijeron que nadie pagaría un céntimo por aquel cacharro. Ford replicó: «Llenaré la tierra con vehículos que dependerán del motor». ¡Y lo hizo! En beneficio de aquellos que buscan grandes riquezas, recordemos que, prácticamente, la única diferencia existente entre Henry Ford y una gran mayoría de trabajadores es la siguiente: Ford tenía una mente y la controlaba. Los demás tienen mentes que ni siquiera intentan controlar.
El control mental es el resultado de la autodisciplina y el hábito. O usted controla su mente, o ésta le controla a usted. No hay compromisos ni términos medios. El método más práctico de todos para controlar la propia mente es el hábito de mantenerla ocupada con un propósito definido, apoyado por un plan concreto. Estudie todo aquello que se sepa sobre cualquier hombre que haya alcanzado un éxito notable, y observará que ese hombre tiene control sobre su propia mente, que ejercita ese control y que lo dirige hacia la obtención de objetivos definidos. Sin la existencia de ese control, el éxito no es posible.