Los síntomas de este temor casi universal son:
Autosugestión. El hábito del uso negativo de la autosugestión que se dedica a buscar y espera encontrar los síntomas de toda clase de enfermedades. «Disfrutar» de enfermedades imaginarias y hablar de ellas como si fueran reales. El hábito de probar todas las «manías» y «modas» recomendadas por los demás, considerándolas como algo que tiene valor terapéutico. Hablar a otros de operaciones, accidentes y otras formas de enfermedad. Experimentar con dietas y ejercicios físicos sistemas de reducción de peso sin guía profesional. Probar remedios caseros, medicamentos patentados y remedios de «charlatanes».
Hipocondría. El hábito de hablar de la enfermedad, concentrando la mente en ella y esperando su aparición hasta que se produce un colapso nervioso. Nada que se venda en botellas puede curar este estado. Se produce como consecuencia de un pensamiento negativo y la curación se logra sólo mediante un pensamiento positivo. Se dice que la hipocondría (un término médico para referirse a la enfermedad imaginaria) produce tanto daño como la enfermedad que se teme tener. La mayoría de los casos denominados «nerviosos» no son sino enfermedades imaginarias.
Ejercicio. El temor a la enfermedad interfiere a menudo con un ejercicio físico adecuado, y tiene como resultado el exceso de peso, haciendo que uno evite la vida al aire libre.
Susceptibilidad. El temor a la enfermedad quiebra la resistencia natural del cuerpo y crea en él un estado favorable para cualquier forma de enfermedad con la que uno pueda ponerse en contacto.
Autoconsentimiento. Hábito de buscar un poco de simpatía con el señuelo de una enfermedad imaginaria. (La gente recurre a menudo a este truco para evitar acudir al trabajo). Hábito de fingir una enfermedad para justificar lo que no es más que pereza, o de hacerla servir como una justificación de lo que sólo es falta de ambición.
Falta de moderación. Hábito de usar alcohol o narcóticos para eliminar dolores como los de cabeza, las neuralgias, etc., en lugar de buscar y eliminar la causa.
El temor a la enfermedad suele estar relacionado con el temor a la pobreza, en especial en el caso del hipocondríaco, que se preocupa constantemente por la posibilidad de tener que pagar las facturas del médico, del hospital, etc. Este tipo de persona pasa mucho tiempo preparándose para la enfermedad, hablando de la muerte, ahorrando dinero para el cementerio y los gastos del entierro, etc.
El hábito de interesarse por las enfermedades y de preocuparse por la posibilidad de verse afectado por una de ellas, así como el de leer los textos de los anuncios de medicamentos patentados, son aspectos del temor a la enfermedad.