Uno de los consejos más antiguos es el de «Conócete a ti mismo». Si usted comercializa una mercancía con éxito, debe saber qué es lo que vende, y lo mismo vale cuando se trata de comercializar servicios personales. Usted tiene que conocer todas sus debilidades para poder superarlas o eliminarlas por completo. Ha de conocer su fuerza para poder llamar la atención sobre ella cuando venda sus servicios. Y sólo puede llegar a conocerse mediante un análisis preciso.
El desatino de la ignorancia en relación con el autoconocimiento se vio en el comportamiento de un joven que fue a ofrecerse para un puesto de trabajo al gerente de una conocida empresa. Había causado muy buena impresión hasta que el gerente le preguntó qué salario esperaba. Su respuesta fue que no llevaba pensada ninguna cifra exacta (falta de un propósito definido).
—Le pagaremos todo lo que usted valga después de haberlo tenido una semana a prueba —le dijo entonces el gerente.
—Eso no lo aceptaré, porque donde estoy trabajando me pagan más —respondió el aspirante al puesto.
Antes de empezar siquiera a negociar un aumento de salario en el empleo que usted tiene ya, o de buscar trabajo en otra parte, asegúrese de que usted vale más de lo que le pagan en la actualidad.
Una cosa es querer más dinero —eso todo el mundo lo quiere—, y otra muy diferente valer más. Muchas personas confunden sus deseos con sus merecimientos. Sus necesidades o exigencias financieras no tienen nada que ver con su valor. Eso lo establece exclusivamente su capacidad para prestar servicios útiles o para inducir a otros a que los presten.