La decisión más trascendental jamas escrita sobre papel

La asombrosa moción de Lee fue discutida con tanto fervor, y durante tanto tiempo, que él empezó a perder la paciencia. Finalmente, después de días de discusiones, volvió a ocupar el estrado de oradores y declaró, con una voz clara y firme: «Señor presidente, hace días que llevamos discutiendo este tema. Es el único recurso de acción que podemos seguir. ¿Por qué, entonces, retrasarlo más? ¿Por qué continuar deliberando? Que este día feliz dé nacimiento a una República Americana. Que se levante, no para devastar y conquistar, sino para restablecer el reino de la paz y de la ley».

Antes de que se votara su moción, Lee fue llamado a Virginia debido a una grave enfermedad familiar; pero, antes de marcharse, dejó la causa en manos de su amigo Thomas Jefferson, el cual le prometió luchar hasta que se cumpliera una acción favorable. Poco después, el presidente del Congreso (Hancock) nombró a Jefferson presidente de un comité que se dedicaría a redactar la Declaración de Independencia.

El comité trabajó mucho y muy duramente en la redacción de un documento que, cuando fuera aceptado por el Congreso, y firmado por cada uno de los congresistas, significaría una condena de muerte para todos los firmantes en el caso de que las colonias perdieran en la lucha que, sin lugar a dudas, estallaría entre ellas y el Reino Unido.

Se redactó el documento y la versión original del mismo fue leída el 28 de junio ante el Congreso. Durante varios días se discutió, alteró y preparó su redacción definitiva. El 4 de julio de 1776, Thomas Jefferson se levantó ante la Asamblea y, sin el menor temor en su voz, leyó la decisión más trascendental jamás escrita sobre papel.

«Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario que un pueblo disuelva los lazos políticos que lo han conectado con otro, y asuma, entre los poderes de la Tierra, el Estado separado e igual a que las leyes divinas y naturales le dan derecho, un respeto decente por las opiniones de la humanidad exige que ese pueblo declare las causas que lo impelen a la separación…».

Cuando Jefferson hubo terminado de leer, se votó la aprobación del documento, que fue aceptado, y después los cincuenta y seis hombres presentes lo firmaron. Cada uno de ellos ponía en juego su propia vida con la decisión de estampar su firma en aquel papel. Gracias a esa decisión una nación surgió a la existencia; una nación destinada a aportar para siempre a la humanidad el privilegio de tomar sus propias decisiones.

Al analizar los acontecimientos que condujeron a la Declaración de Independencia, podemos estar convencidos de que esta nación, que ahora ostenta una posición de respeto y poder entre todos los demás países del mundo, fue el fruto de la decisión de un equipo de trabajo compuesto por cincuenta y seis hombres. Observe bien el hecho de que su decisión fue lo que aseguró el éxito a los ejércitos de Washington, porque el espíritu de esa decisión estaba en el corazón de cada uno de los soldados que lucharon con él, y sirvió como un poder espiritual que no reconoce lo que es el fracaso.

Observe también (y para mayor beneficio personal) que el poder que dio la libertad a esta nación es el mismo poder que todo individuo ha tenido que utilizar para alcanzar su autodeterminación. Este poder está hecho a partir de los principios descritos en este libro. No resulta difícil detectar, en la historia de la Declaración de Independencia, al menos seis de estos principios: deseo, decisión, fe, perseverancia, equipo de trabajo y planificación organizada.