Es posible que le sea necesario «librarse» de su inercia mental. Debe hacerlo mediante un procedimiento similar, con movimientos lentos al principio, para luego aumentar poco a poco su velocidad, hasta recuperar un control completo sobre su voluntad. Sea perseverante, sin que importe la lentitud con que se mueva al principio. Con la perseverancia llegará el éxito.
Si selecciona con cuidado a su «equipo de trabajo», encontrará en él a una persona por lo menos que le ayudará en el desarrollo de la perseverancia.
Algunos hombres que han acumulado grandes fortunas lo hicieron impulsados por la necesidad. Desarrollaron el hábito de la perseverancia porque fueron impulsados por las circunstancias y tuvieron que llegar a ser perseverantes.
Quienes han cultivado el hábito de la perseverancia parecen disfrutar de una especie de seguro contra el fracaso. No importan las veces que se vean derrotados; siempre terminan por subir el último peldaño de la escalera. A veces parece como si existiera un guía oculto cuya tarea consistiera en poner a prueba a los hombres por medio de toda clase de experiencias descorazonadoras. Aquellos que, después de la derrota, se levantan y siguen intentando llegar, terminan por lograrlo; entonces, el mundo entero grita: «¡Bravo! ¡Sabía que lo conseguirías!». El guía oculto no permite que nadie disfrute de grandes logros sin pasar por la prueba de la perseverancia. Quienes no la superan tampoco llegan a donde quieren llegar.
Aquellos que la superan se ven recompensados por su perseverancia. Como compensación a ella, reciben la consecución del objetivo que hubieran estado persiguiendo. ¡Pero eso no es todo! También reciben algo mucho más importante que la compensación material: el conocimiento de que «cada fracaso lleva consigo la semilla de una ventaja equivalente».