Pasaron cinco años antes de que apareciera la oportunidad que había estado buscando. Durante todos esos años no se le había ofrecido ni un rayo de esperanza, ni una sola promesa de realización de su deseo. Para todos, excepto para él mismo, parecía sólo un engranaje más en la rueda comercial de Edison, pero en su propia mente, era el socio de Edison cada minuto del tiempo, desde el mismo día en que fue a trabajar allí por primera vez.
Es una ilustración notable del poder de un deseo definido. Barnes ganó su objetivo porque quería ser socio comercial del Sr. Edison, más que cualquier otra cosa. Creó un plan para lograr ese propósito. Pero quemó todos los puentes detrás de él. Mantuvo su deseo hasta que se convirtió en la obsesión dominante de su vida y, finalmente, en un hecho.
Cuando fue a Orange, no se dijo a sí mismo: "Intentaré inducir a Edison a que me dé algún tipo de trabajo". Dijo: "Veré a Edison y le avisaré que he venido para hacer negocios con él".
No dijo: “Trabajaré allí durante unos meses y, si no me animan, renunciaré y buscaré un trabajo en otro lugar”. Él dijo: “Comenzaré por cualquier lado. Haré todo lo que Edison me diga, pero antes de terminar seré su asociado”.
No dijo: "Mantendré los ojos abiertos para ver otra oportunidad, en caso de que no consiga lo que quiero en la organización Edison". Dijo: “Sólo hay una cosa en este mundo que estoy decidido a tener, y es una asociación comercial con Thomas A. Edison. Quemaré todos los puentes detrás de mí y jugaré todo mi futuro en mi capacidad para conseguir lo que quiero”.
No dejó ningún camino posible de retirada. ¡Tenía que ganar o perecer!
¡Eso es todo lo que hay en la historia de éxito de Barnes!