1. Existe una lógica sobre la que basar tu elección. Sólo un Maestro sabe lo que es tu realidad. Si el propósito del plan de estudios es aprender a eliminar los obstáculos que obstruyen el conocimiento de esa realidad, eso sólo lo puedes aprender de ese Maestro. El ego no sabe lo que está tratando de enseñar. Está tratando de enseñarte lo que eres, si bien él mismo, no lo sabe. El ego no es más que un experto en crear confusión. No entiende nada más. Como maestro, pues, el ego está completamente confundido y sólo causa confusión. Aun si pudieses hacer caso omiso del Espíritu Santo, lo cual es imposible, no podrías aprender nada del ego porque el ego no sabe nada.
2. ¿Qué razón puede haber para elegir semejante maestro? ¿No tendría más sentido hacer caso omiso de todo lo que enseña? ¿Es éste el maestro al que el Hijo de Dios debe dirigirse para encontrarse a sí mismo? El ego no te ha dado nunca una solución sensata a nada. Basándote simplemente en la experiencia que tienes de lo que enseña, ¿no sería ello suficiente para descalificarlo como tu futuro maestro? Mas el daño que el ego le ha ocasionado a tu aprendizaje no se limita sólo a eso. Aprender es placentero si te conduce por la senda que te resulta natural, y facilita el desarrollo de lo que ya tienes. Mas si se te enseña en contra de tu naturaleza, lo que aprendas supondrá una pérdida para ti porque te aprisionará. Tu voluntad forma parte de tu naturaleza, y, por lo tanto, no puede ir contra ella.
3. El ego no te puede enseñar nada mientras tu voluntad sea libre porque no le escucharías. Tu voluntad no es estar aprisionado porque tu voluntad es libre. Ésa es la razón de que el ego sea la negación del libre albedrío. No es nunca Dios el que te coacciona, ya que comparte Su Voluntad contigo. Su Voz enseña solamente en conformidad con Su Voluntad, mas ésa no es la lección que enseña el Espíritu Santo, pues eso es lo que tú eres. Su lección es que tu voluntad y la de Dios no pueden estar en desacuerdo porque son una. Esto supone la anulación de todo lo que el ego trata de enseñar. Por lo tanto, no es solamente la dirección del programa de estudios lo que tiene que estar libre de conflictos, sino también el contenido.
4. El ego trata de enseñarte que tu deseo es oponerte a la Voluntad de Dios. Esta lección antinatural no se puede aprender, y tratar de aprenderla viola tu libertad, lo cual hace que tengas miedo de tu voluntad porque es libre. El Espíritu Santo se opone a cualquier forma de aprisionamiento de la voluntad de un Hijo de Dios porque sabe que la voluntad del Hijo es la Voluntad del Padre. El Espíritu Santo te conduce firmemente por la senda de la libertad, enseñándote cómo descartar o mirar más allá de todo lo que te impediría seguir adelante.
5. Hemos dicho que el Espíritu Santo te enseña la diferencia que existe entre el dolor y la dicha. Eso es lo mismo que decir que te enseña la diferencia que hay entre estar aprisionado y ser libre. No puedes hacer esta distinción sin Él porque te has enseñado a ti mismo que el aprisionamiento es libertad. ¿Cómo ibas a poder distinguir entre una cosa y otra cuando crees que ambas son lo mismo? ¿Cómo ibas a poder pedirle a la parte de tu mente que te enseñó a creer que son lo mismo que te enseñase de qué manera son diferentes?
6. Las enseñanzas del Espíritu Santo apuntan en una sola dirección y tienen un solo objetivo. Su dirección es la libertad y Su objetivo es Dios. El Espíritu Santo, no obstante, no puede concebir a Dios sin ti porque no es la Voluntad de Dios estar sin ti. Cuando hayas aprendido que tu voluntad es la de Dios, tu voluntad no dispondrá estar sin Él, tal como Su Voluntad no dispone estar sin ti. Esto es libertad y esto es dicha. Si te niegas esto a ti mismo, le estarás negando a Dios Su Reino, pues para eso fue para lo que Él te creó.
7. Cuando dije: "Todo poder y gloria son tuyos porque Suyo es el Reino", esto es lo que quise decir: la Voluntad de Dios no tiene límites, y todo poder y gloria residen en ella. Su fuerza, su paz y su amor son ilimitados. No tiene límites porque su extensión es ilimitada, y abarca todas las cosas porque las creó, y al crearlas, las hizo parte de sí misma. Tú eres la Voluntad de Dios porque así es como fuiste creado. Debido a que tu Creador crea únicamente a Semejanza Propia, eres como Él. Eres parte de Aquel que es todo poder y gloria, y, por lo tanto, eres tan ilimitado como Él.
8. ¿A qué otra cosa sino al poder y a la gloria puede apelar el Espíritu Santo para restaurar el Reino de Dios? El Espíritu Santo, pues, apela simplemente a lo que el Reino es, para que éste reconozca lo que él mismo es. Cuando reconoces esto brindas ese reconocimiento automáticamente a todo el mundo porque has reconocido a todo el mundo. Mediante tu reconocimiento despiertas el de ellos, y mediante el de ellos, el tuyo se extiende. El despertar se propaga fácilmente y con gran júbilo por todo el Reino, en respuesta a la Llamada a Dios. Ésta es la respuesta natural de todo Hijo de Dios a la Voz que habla en nombre de su Creador, ya que es la Voz que habla en nombre de las creaciones del Hijo y de su propia extensión.