1. Curar no es crear; es reparar. El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. Esta alteración de la secuencia temporal debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. El Espíritu Santo es la motivación par alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmitirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo.
2. El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. Es la Llamada a retornar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. Ésa es la vocación de la mente. Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación.
3. Tanto la separación como el principio que gobierna la Expiación dieron comienzo simultáneamente. Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. Ello requiere esfuerzo, así como un gran deseo de aprender. Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos.
4. Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la obscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la obscuridad. Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde. Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora.
5. Dios no guía porque lo único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. Al escoger una, renuncias a la otra. Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. Dios no está dentro de ti en un sentido literal; más bien, tú formas parte de Él. Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libremente. La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz.
6. El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. Elegir implica que la mente está dividida. El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo.
7. La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. No exige nada porque su deseo no es controlar. No vence porque no ataca. Su Voz es simplemente un recordatorio. Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. La paz es más poderosa que la guerra porque sana. La guerra es división, no expansión. Nadie gana en la batalla. ¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. En realidad no puedes perderla, pero puedes no conocerla. Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente.
8. El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. Él es el último nexo de comunicación que te queda con Dios, comunicación que puedes interrumpir, pero no destruir. El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. Estos altares no son objetos; son devociones. Sin embargo, ahora tienes otras devociones. Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. La decisión es muy simple. Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti.
9. Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potestad tanto en el Cielo como en la tierra. El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar.
10. Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. Tú eres la luz del mundo junto conmigo. El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. ¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la perfecta integración que le devuelve la plenitud? Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escuchar tal como yo te estoy enseñando a ti.
11. Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad en la que fue creada. Recuerda que "yugo" quiere decir "unión", y "carga" significa "mensaje". Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: "Unámonos, pues mi mensaje es la Luz".
12. Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. El Espíritu Santo te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuentemente, a comportarte como yo. El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. Lo que juntos podemos lograr es ilimitado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo transmitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti.