1. La relación que existe entre la ira y el ataque es obvia, pero la relación que existe entre la ira y el miedo no es siempre tan evidente. La ira siempre entraña la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar, en última instancia, como nuestra propia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello. No te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que está justificado contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto. Dadas estas tres premisas irracionales, se tiene que llegar a la conclusión, igualmente irracional, de que un hermano merece ataque en vez de amor. ¿Qué se puede esperar de premisas dementes, sino conclusiones dementes? La manera de desvanecer una conclusión demente es analizando la cordura de las premisas sobre las que descansa. Tú no puedes ser atacado, el ataque no tiene justificación y tú eres responsable de lo que crees.
2. Se te ha pedido que me tomes como modelo de tu aprendizaje, ya que un ejemplo extremo es un recurso de aprendizaje sumamente útil. Todo el mundo enseña, y enseña continuamente. Asumes inevitablemente esta responsabilidad en el momento en que aceptas cualquier premisa, y nadie puede organizar su vida sin un sistema de creencias. Una vez que has desarrollado un sistema de pensamiento, sea cual fuere su clase, riges tu vida de acuerdo con él y lo enseñas. Tu capacidad para ser fiel a un sistema de pensamiento podrá estar mal situada, pero aún así es una forma de fe y se puede canalizar en otra dirección.