1. Lo que el miedo ha ocultado sigue siendo parte de ti. Unirse a la Expiación es la manera de escapar del miedo. El Espíritu Santo te ayudará a reinterpretar todo lo que percibes como temible, y te enseñará que sólo lo que es amoroso es cierto. La verdad está más allá de tu capacidad para destruir; aceptarla, en cambio, está enteramente a tu alcance. Te pertenece porque, al ser tú una extensión de Dios, la creaste junto con Él. Es tuya porque forma parte de ti, tal como tú formas parte de Dios porque Él te creó. Nada que sea bueno se puede perder, pues procede del Espíritu Santo, la Voz que habla en favor de la creación. Nada que no sea bueno fue creado jamás, y, por lo tanto, no puede ser protegido. La Expiación garantiza la seguridad del Reino, y la unión de la Filiación lo protege. El ego no puede prevalecer contra el Reino porque la Filiación está unida. En presencia de aquellos que oyen la exhortación del Espíritu Santo a ser uno, el ego se desvanece y queda deshecho.
2. Lo que el ego forja se lo guarda para sí, y, por lo tanto, carece de fuerza. Su existencia no se puede compartir. No muere; simplemente nunca nació. El nacimiento físico no es un comienzo, es una continuación. Todo lo que continúa ha nacido ya. Aumentará a medida que estés cada vez más dispuesto a devolverle a la parte superior de tu mente la parte que no está sana, devolviéndole de este modo tu mente indivisa a la creación. Yo he venido a sentar las bases para que tus propios pensamientos puedan hacerte verdaderamente libre. Has cargado con un fardo de ideas que no se pueden compartir y que son demasiado endebles como para poder expandirse. Mas una vez que las concebiste no supiste cómo erradicarlas. Tú no puedes cancelar tus propios errores pasados por tu cuenta. No desaparecerán de tu mente sin la Expiación, remedio éste que no es obra tuya. La Expiación debe entenderse exclusivamente como un simple acto de compartir. Eso es lo que quise decir cuando afirmé que incluso en este mundo es posible escuchar una sola Voz. Si formas parte de Dios y la Filiación es una, no puedes estar limitado al ser que el ego ve.
3. Cada pensamiento amoroso que cualquier parte de la Filiación abriga es patrimonio de todas sus partes. Se puede compartir porque es amoroso. Dios crea compartiendo, y así es como tú creas también. El ego puede mantenerte exiliado del Reino, pero en el Reino en sí el ego no tiene ningún poder. Las ideas del espíritu no abandonan la mente que las piensa, ni tampoco pueden entrar en conflicto entre sí. Las ideas del ego, en cambio, pueden entrar en conflicto porque ocurren en diferentes niveles y también porque incluyen pensamientos que incluso en el mismo nivel están en franca oposición. Es imposible compartir pensamientos que se oponen entre sí. Sólo puedes compartir los pensamientos que proceden de Dios, los cuales Él conserva para ti. El Reino de los Cielos se compone de pensamientos de esa clase. Todos los demás permanecerán contigo hasta que el Espíritu Santo los haya reinterpretado a la luz del Reino, haciendo que sean también dignos de ser compartidos. Cuando se hayan purificado lo suficiente Él te permitirá compartirlos. La decisión de compartirlos es lo que los purifica.
4. Yo oí una sola Voz porque comprendí que era imposible que pudiese expiar únicamente para mí mismo. Escuchar una sola Voz implica que has decidido compartirla para así poderla oír tú mismo. La Mente que estaba en mí se siente todavía irresistiblemente atraída hacia todas las mentes creadas por Dios, porque la Plenitud de Dios es la plenitud de Su Hijo. Nada puede hacerte daño, y no debes mostrarle a tu hermano nada que no sea tu plenitud. Muéstrale que él no puede hacerte daño y que no le guardas rencor, pues, de lo contrario, te estarás guardando rencor a ti mismo. Ése es el significado de: "Ofrécele también la otra mejilla".
5. Se puede enseñar de muchas maneras, pero ante todo con el ejemplo. Enseñar debe ser curativo, ya que consiste en compartir ideas y en el reconocimiento de que compartir ideas es reforzarlas. No puedo olvidar la necesidad que tengo de enseñar lo que he aprendido, la cual surgió en mí precisamente por haberlo aprendido. Te exhorto a que enseñes lo que has aprendido porque al hacerlo podrás contar con ello. Haz que sea algo con lo que puedes contar en mi nombre porque mi nombre es el Nombre del Hijo de Dios. Lo que aprendí te lo doy libremente, y la Mente que estaba en mí se regocija cuando eliges escucharla.
6. El Espíritu Santo expía en todos nosotros deshaciendo y de esta manera te libera de la carga que le has impuesto a tu mente. Al seguir al Espíritu Santo se te conduce de regreso a Dios, que es donde te corresponde estar. Mas ¿cómo podrías encontrar el camino que conduce a Él sino llevando a tu hermano contigo? Mi papel en la Expiación no concluirá hasta que no te unas a ella y se la ofrezcas a otros. Lo que enseñes es lo que aprenderás. Nunca te dejaré desamparado ni te abandonaré porque hacer eso sería abandonarme a mí mismo y abandonar a Dios que me creó. Abandonas a Dios y te abandonas a ti mismo cuando abandonas a cualquiera de tus hermanos. Tienes que aprender a verlos tal como son, y entender que le pertenecen a Dios al igual que tú. ¿De qué mejor manera puedes tratar a tu hermano que dándole a Dios lo que es de Dios?
7. La Expiación te confiere el poder de una mente que ha sanado, pero el poder de crear es de Dios. Por lo tanto, aquellos que han sido perdonados deben dedicarse en primer lugar a curar, pues al haber aceptado la idea de la curación, deben compartirla para así conservarla. El poder de la creación en su totalidad no se puede expresar si una sola de las ideas de Dios se encuentra excluida del Reino. La voluntad conjunta de la Filiación es el único creador que puede crear como el Padre, ya que sólo lo que es íntegro puede pensar íntegramente, y al pensamiento de Dios no le falta nada. Cualquier pensamiento que tengas que no sea a través del Espíritu Santo no es íntegro.
8. ¿Cómo es posible que tú que eres tan santo puedas sufrir? Todo tu pasado, excepto su belleza, ha desaparecido, y no queda ni rastro de él, salvo una bendición. He salvaguardado todas tus bondades y cada pensamiento amoroso que jamás hayas abrigado. Los he purificado de los errores que ocultaban su luz, y los he conservado para ti en su perfecta luminiscencia. Se encuentran más allá de la destrucción y de la culpabilidad. Procedieron del Espíritu Santo en ti, y sabemos que lo que Dios crea es eterno. Puedes ciertamente partir en paz porque te he amado como me amé a mí mismo. Mi bendición va contigo para que la extiendas. Consérvala y compártela, para que sea siempre nuestra. Pongo la paz de Dios en tus manos y en tu corazón para que la conserves y la compartas. El corazón la puede conservar debido a su pureza y las manos la pueden ofrecer debido a su fuerza. No podemos perder. Mi juicio es tan poderoso como la sabiduría de Dios, en Cuyo Corazón y Manos radica nuestra existencia. Sus sosegadas criaturas son Sus Hijos benditos. Los Pensamientos de Dios están contigo.