1. Siempre que le niegas la bendición a un hermano te sientes desposeído, ya que la negación es tan total como el amor. Negar parte de la Filiación es tan imposible como lo es amarla sólo en parte. No es posible tampoco amarla totalmente sólo a veces. No puedes estar totalmente comprometido sólo en algunas ocasiones. La negación de por sí no tiene ningún poder, pero tú puedes conferirle el poder de tu mente, el cual es ilimitado. Si lo utilizas para negar la realidad, ésta desaparece de tu conciencia. Es imposible apreciar la realidad parcialmente. Por eso es por lo que, cuando niegas parte de ella pierdes la conciencia de toda ella. La negación, no obstante, es una defensa y, por ello, puede usarse constructivamente así como negativamente. Si se usa negativamente es destructiva, porque se usa para atacar. Pero puesta al servicio del Espíritu Santo, puede ayudarte a reconocer parte de la realidad y, por consiguiente, a apreciarla en su totalidad. La mente es demasiado poderosa como para estar sujeta a ninguna exclusión. Nunca podrás excluirte a ti mismo de tus pensamientos.
2. Cuando un hermano actúa insensatamente, te está ofreciendo una oportunidad para que lo bendigas. Su necesidad es la tuya. Tú necesitas la bendición que puedes darle. No hay manera de que tú puedas disponer de ella excepto dándola. Esa es la ley de Dios, la cual no hace excepciones. Careces de aquello que niegas, no porque haya carencia de ello, sino porque se lo has negado a otro, y, por lo tanto, no eres consciente de ello en ti. Lo que crees ser determina tus reacciones, y lo que deseas ser es lo que crees que eres. Lo que deseas ser, entonces, determina forzosamente todas tus reacciones.
3. No necesitas la bendición de Dios porque de ella ya dispones para siempre, pero sí necesitas la tuya propia. La imagen que el ego tiene de ti es la de un ser desposeído, vulnerable e incapaz de amar. No puedes amar semejante imagen. Sin embargo, puedes escaparte muy fácilmente de ella abandonándola. Tú no formas parte de esa imagen, ni ella es lo que tú eres. No veas esa imagen en nadie, o la habrás aceptado como lo que eres tú. Todas las ilusiones acerca de la Filiación se desvanecen al unísono tal como fueron forjadas al unísono. No le enseñes a nadie que él es lo que tú no querrías ser. Tu hermano es el espejo en el que ves reflejada la imagen que tienes de ti mismo mientras perdure la percepción. Y la percepción perdurará hasta que la Filiación reconozca que es íntegra. Tú inventaste la percepción, y ésta perdurará mientras la sigas deseando.
4. Las ilusiones son inversiones. Perdurarán mientras les sigas atribuyendo valor. Todos los valores son relativos, mas todos son poderosos porque son juicios mentales. La única manera de desvanecer las ilusiones es retirando de ellas todo el valor que les has otorgado. Al hacer eso dejan de tener vida para ti porque las has expulsado de tu mente. Mientras sigas incluyéndolas en tu mente estarás infundiéndoles vida. Mas no hay nada en ellas que pueda recibir tu regalo.
5. El don de la vida es tuyo para que lo des, ya que fue algo que se te dio. No eres consciente de él porque no lo das. No puedes hacer que lo que no es nada tenga vida, puesto que es imposible darle vida a lo que no es nada. Por lo tanto, no estás extendiendo el don que a la vez tienes y eres, y consecuentemente no puedes conocer a tu propio Ser. Toda confusión procede de no extender vida, ya que ésa no es la Voluntad de tu Creador. Separado de Él no puedes hacer nada, y ciertamente no haces nada separado de Él. Sigue el camino que Él te señala para que puedas recordar quién eres, y muéstraselo a otros, no sea que te olvides de ti mismo. Honra únicamente a los Hijos del Dios viviente, y alégrate de poder contarte entre ellos.
6. Honrar a tus hermanos es el único regalo apropiado para quienes Dios Mismo creó dignos de honor, y a quienes honra. Muéstrales el aprecio que Dios siempre les concede, pues son Sus Hijos amados en quienes Él se complace. No puedes estar separado de ellos porque no estás separado de Él. Descansa en Su Amor y protege tu descanso amando. Pero ama todo lo que Él creó -de lo cual formas parte- o no podrás aprender lo que es Su paz y aceptar Su don para ti mismo y como tú mismo. No podrás conocer tu propia perfección hasta que no hayas honrado a todos los que fueron creados como tú.
7. Sólo un Hijo de Dios es un maestro lo suficientemente digno como para poder enseñar a otro. En todas las mentes hay un solo Maestro que enseña la misma lección a todo el mundo. Él siempre te enseña la inestimable valía de cada Hijo de Dios, y lo hace con infinita paciencia, nacida del Amor infinito en nombre del cual habla. Todo ataque es un llamamiento a Su paciencia, puesto que Su paciencia puede transformar los ataques en bendiciones. Los que atacan no saben que son benditos. Atacan porque creen que les falta algo. Por lo tanto, comparte tu abundancia libremente y enseña a tus hermanos a conocer la suya. No compartas sus ilusiones de escasez, pues, de lo contrario, te percibirás a ti mismo como alguien necesitado.
8. El ataque nunca podría suscitar más ataques si no lo percibieses como un medio para privarte de algo que deseas. Sin embargo, no puedes perder algo a no ser que no lo valores, y que, por lo tanto, no lo desees. Esto hace que te sientas privado de ello, y, al proyectar tu propio rechazo, crees entonces que son otros los que te lo están quitando a ti. No podrás por menos que sentirte atemorizado si crees que tu hermano te está atacando para arrebatarte el Reino de los Cielos. Ésta es la base fundamental de todas las proyecciones del ego.
9. Puesto que el ego es aquella parte de tu mente que no cree ser responsable de sí misma, y puesto que no le es leal a Dios, es incapaz de tener confianza. Al proyectar su creencia demente de que tú has traicionado a tu Creador, el ego cree que tus hermanos, que son tan incapaces de ello como tú, están intentando desposeerte de Dios. Siempre que un hermano ataca a otro, eso es lo que cree. La proyección siempre ve tus deseos en otros. Si eliges separarte de Dios, eso es lo que pensarás que otros están haciendo contigo.
10. Tú eres la Voluntad de Dios. No aceptes nada más como tu voluntad, pues, de lo contrario, estarás negando lo que eres. Niega lo que eres y atacarás, al creer que has sido atacado. Mas ve el Amor de Dios en ti y lo verás en todas partes porque está en todas partes. Ve Su abundancia en todos y sabrás que estás en Él junto con todos tus hermanos. Ellos forman parte de ti, tal como tú formas parte de Dios. Cuando no entiendes esto, te sientes tan solo como se siente Dios Mismo cuando Sus Hijos no lo conocen. La paz de Dios radica en entender esto. Sólo hay una manera de escaparse del pensamiento del mundo, del mismo modo en que sólo hubo una manera de adentrarse en él: entendiendo totalmente al entender la totalidad.
11. Percibe cualquier parte del sistema de pensamiento del ego como completamente demente, completamente ilusoria y completamente indeseable, y habrás evaluado correctamente todo el sistema. Esta corrección te permite percibir cualquier parte de la creación como completamente perfecta, completamente real y completamente deseable. Al desear sólo esto, tendrás sólo esto, y al dar sólo esto, serás sólo esto. Las ofrendas que le haces al ego siempre se experimentan como sacrificios, pero las que le haces al Reino son ofrendas que te haces a ti mismo. Dios siempre las estimará porque les pertenecen a Sus Hijos amados, y Sus Hijos le pertenecen a Él. Todo poder y gloria son tuyos porque el Reino es Suyo.