Si fueras una pulga y estuvieras en la espalda de un elefante, sólo verías un bosque de pelos grises creciendo alrededor de ti, sin ninguna idea de donde estabas. Pero si saltaras muy arriba en el aire y miraras atrás, verías que de hecho vives en la piel de una criatura viviente.
La visión trae humildad, y con ella, un sentido de extrañeza y compasión que es trasladado a los problemas de la vida ordinaria.
Así como puedes aprender equilibrio de una cigüeña y presencia de un gato, puedes aprender la Ley de la Compasión de la Tierra, sobre la piel de la cual vivimos, los árboles de la cual talamos y quemamos, la riqueza de la cual explotamos, haciendo nuestros negocios sin pensar o pedir permiso o agradecer.
La tierra nos perdona porque sabe que somos carne de su carne – somos una parte de ella que todavía está aprendiendo y creciendo.
Si la Tierra puede perdonar tus errores, ¿no puedes perdonar tú, y ofrecer a los demás compasión?