Un estudiante me dijo un día: “Maestro, como hueles agradable” y yo le dije:
“Pero mi pupilo, ¿A qué puedo oler sino uso loción, ni perfumes? Con seguridad no huelo a nada”.
Te equivocas maestro, hueles agradable, Hueles a maestro, me contesto con rostro sonriente.
Esta respuesta me embarga de emoción Y me hace reflexionar. Es una respuesta hermosa, llena de amor y de ternura.
Hueles a maestro, Yo nunca había pensado en ese olor, no lo había llamado así, nunca supe definirlo, pero ahora sé que es mi profesor huele dulcemente a maestro.
Hueles a maestro cuando surcas las semillas del saber, cuando estas lleno de ternura, de amor, de cariño, de comprensión, de amigo, de facilitador, de intermediario.
Hueles a maestro cuando le dedicas todas tus energías enseñándoles, cuando no comprenden la sesión.
Hueles a maestro cuando soportas sus griteríos, su desinterés, su falta de ánimo, cuando les hablas de sus deportes favoritos aunque tú no entiendes nada.
Hueles a maestro cuando los reprendes a tiempo e impones una disciplina dulce y firme.
Hueles a maestro cuando sabes decir “Si” y cuando sabes decir “No”.
Hueles a maestro cuando juegas con tus estudiantes sin importante que pasó con tu arreglo, cuando con ellos vuelves a ser niño(a) y compartes el juego con el trompo, la pelota, la bola.
Hueles a maestro cuando con ellos cantas y cuentas cuentos, cuando escuchas sus quejas y oyes sus problemas y te haces amigo.
Hueles a maestro cuando alientas, animas consuelas en los momentos tristes y eres simpático con ellos.
Hueles a maestro cuando das tu tiempo enseñándoles la lección. Hueles a maestro cuando te preocupas por mejorar y aprender a ser maestro, con humildad y sencillez las 24 horas del día.
Hueles a maestro cuando les enseñas a potencializar aroma de virtudes humanos y cristianos.
Hueles a maestro cuando les enseñas hacer el bien y a evitar el mal. Hueles a maestro cuando eres coherente con lo que dices y haces.
Hueles a maestro cuando le enseñas a perdonar y no a odiar.
Mi estudiante me dijo que yo olía a maestro y yo me siento muy feliz. Ojala todos los maestros tuviéramos siempre ese noble y dulce olor a maestro.