Cuando el aspirante asciende más allá de Sahans Dal Kanwal, el poder negativo trabajando bajo el comando de Kal ataca con mayor fuerza. Kal no puede crear ni destruir un alma, pero puede mantener almas atrapadas en los Reinos Causal, Astral y Físico. Él aprisiona las almas de los hombres con las cadenas de los placeres mundanos, y cuando un alma aspira a regresar a su Verdadero hogar, Kal aúna sus fuerzas para prevenir el ascenso de esa alma. Pero el Supremo Señor de Amor, SAT PURUSHA, es la más alta deidad entre todas y es el creador de todos los universos. El adepto místico perfecto es Su encarnación y puede escoltar al alma a través de todas las regiones de Kal con toda seguridad.
En los planos astrales más altos, inmediatarnente después que se alcance el vestíbulo de los planos causales, el aspirante se encuentra con mujeres y hombres de una belleza indescriptible, y estos les ofrecen encantos increíbles para impedir que el alma tenga un mayor ascenso. Sin embargo, el poder protector del SHABD (Corriente del Sonido) del adepto místico convertirán a estos seductivos seres astrales en invisibles para el aspirante. Ningún poder negativo, cualquiera sea su clase, en absoluto, puede acercarse a la radiación del SHABD dado por un adepto místico perfecto.
Maulana Rumi ha hablado de la gracia protectora del adepto místico:
“¡Oh, brava alma! Agárrate de la vestimenta de Uno que está bien versado en los diferentes planos —físico, mental, supramental y más allá— y de quien es capaz de permanecer contigo como un verdadero amigo, ya sea en la vida o en la muerte, en este mundo o en el próximo.”
Ahora, el aspirante se prepara para pasar a la segunda etapa de su viaje ascendente; pero, antes de poder entrar en las regiones causales, tiene que pasar a través de un camino increíblemente angosto, un túnel torcido en forma de una pipa curva, conocido como el BANKANAL por los adeptos místicos de oriente. Kabir ha descrito este túnel a los mundos mentales como del tamaño de la décima parte de una semilla de mostaza, y compara el tamaño de la mente al tamaño de un elefante en su lucha por lograr la entrada en este túnel. Gurú Nanak también ha descrito este túnel comparándolo con un sendero cuyo ancho sería igual a la décima parte del espesor de un cabello. Otros adeptos místicos lo han comparado con el ojo de la aguja más fina. Es imposible para el aspirante pasar a través de este túnel sin la ayuda de un adepto místico competente. Con la ayuda de tal maestro de la espiritualidad, el sendero es agrandado y el aspirante puede entonces ascender y descender sin mayor dificultad. Así el iniciado entra en los reinos causales a través de el túnel en forma de “U” de BANKANAL. El sendero de progreso se extiende en forma recta y horizontal por cierta distancia, y de pronto desciende. Después de la curva descendente, el sendero asciende otra vez y el iniciado atraviesa un camino nivelado o recto que conduce a una región denominada el “Séptimo Ciclo” en la literatura Sufí.
La Segunda Gran División de la Creación o Bhahmanda
Cuando el iniciado ha viajado hasta el final más alto del túnel BANKANAL, su visión y perspectiva parecen ir al revés y ve todo como si fuese en el lado opuesto de un velo o espejo que él ha penetrado. El aspirante está ahora en la Segunda Gran División de la Creación, conocida como Bhahmanda (el huevo de Brahm), en las enseñanzas místicas de oriente; también se le ha llamado Brahmanda debido a su forma aparentemente elíptica. Abarca dentro de su totalidad tanto universos materio-espirituales como los físicos, pero es mucho más vasta que la combinación de éstos. En efecto, las tres divisiones más bajas de la totalidad de la creación cósmica podrían considerarse como un todo cuya cima comprende a Brahmanda, la división materio-espiritual, cuya sección media comprende los reinos astrales y la sección más baja como el universo físico mismo.
Los habitantes de las regiones causales están inexpresablemente felices, pero ellos todavía están sometidos a un eventual renacimiento en el universo físico después de una larga estadía en Brahmanda. Así pues, ellos no son inmortales como lo son las almas liberadas de las regiones puramente espirituales, pero ellos sí viven en una escala de tiempo mucho más vasta que en la que permanecen los seres de los universos astrales y físicos.
Brahmanda está gobernada por MAHA KAL, también llamado PAR-BRAHM en las enseñanzas orientales. MAHA KAL es el aspecto mas alto de Kal y reside en las regiones más altas y más espirituales de Brahmanda, así como Kal mismo reside en las regiones más bajas y más materiales. En las regiones más bajas de Brahmanda, la materia mental es lo supremo, porque éste es el plano de la mente; ésta misma está compuesta de una forma sutilizada de materia con cierta forma de espíritu. El aspirante asciende a los planos más bajos de Brahmanda y se encuentra él mismo en el reino de la Mente Universal, conocido en las enseñanzas orientales como TRIKUTI. Este reino de la Mente Universal ha sido concebido erróneamente como ‘DIOS” por muchos metafísicos y teólogos místicos, pero esta es solamente la segunda etapa inicial del segundo escalón del camino ascendente de los adeptos místicos y sus discípulos. A medida que asciende a través de la región de TRIKUTI, el aspirante escucha una exaltada melodía, la cual se parece a la pronunciación tonal de la palabra “OM”. Es un sonido resonante y retumbante, recordatorio de los truenos de las fuertes tempestades de la tierra, pero con una dulce y armoniosa melodía extraterrestre. En mi libro “El viaje a través del fuego retumbante”, publicado en 1956, me referí al descenso del alma al reencarnar, a través de los planos de la Mente Universal, en las siguientes palabras:
“Así, regresé a Myalba (Tierra), a través del retumbante sendero planetario, y regané la entumecida vestimenta de deseos de los seres sensibles , para tomar, una vez mas, mi viaje del sonido de fuego”.
Trikuti es un plano por donde el alma puede viajar a través de un “retumbante sendero planetario”, literalmente a través de planetas pulsantes.
A medida que el alma del iniciado avanza hacia arriba, en la dirección del “sendero planetario retumbante”, él pasa a una región de edificios similares a fortalezas, con torres altas y torrecillas. Permanece por cierto período de tiempo en esta región, llevado por los atributos de devoción y fe, viéndose él mismo como señor de los planos mentales.
La región de fortalezas es el depósito de los Karmas humanos, el archivo de las acciones y reacciones del pasado y el presente. La Ley del Karma, la inmutable Ley de Causa y Efecto, gobierna la totalidad de la creación triple de los universos causal, astral y físicos. El archivo particular de cada persona ha determinado su destino.
La manera como un hombre haya actuado durante su vida presente y durante sus ciclos de vidas pasadas, determina lo que es en el presente. La Ley Kármica trabaja continuamente, porque “así como un hombre piensa en su corazón, así es”.
¿Cómo podrían las deudas kármicas ser saldadas o convertidas en inefectivas, si no fuera a través de un largo y aparentemente interminable ciclo de nacimientos y renacimientos?. Parte de la respuesta a esta pregunta se encuentra en la región fortaleza de los mundos causales; pero nadie puede llegar allí sin la guía espiritual competente. En el nivel físico parece que tan pronto un hombre ha expiado errores pasados, él crea nuevos karmas, y la justa ley de acción y reacción debe exigir su pago.
Kal mantiene la corte suprema de juicio en los universos causal, astral y físicos: él es el Señor del Karma y sólo una encarnación superior puede ser investida de suficiente poder para cambiar ciertos decretos de Kal con el propósito de liberar un alma de la Rueda de la Vida y de la Muerte. Tal encarnación superior es el adepto místico perfecto del más alto orden, conocido en la terminología oriental como un SANT SATGURU. Una vez que un adepto místico de esta clase ha tomado un aspirante bajo su protección, el aspirante queda liberado de las ataduras de Kal, el poder negativo, y de sus deudas kármicas (partes de las cuales se disuelven en el momento de la iniciación), y posteriormente disueltas a través de la gracia del adepto místico.
Cuando por medio de la gracia de un adepto místico el discípulo llega a la región de fortalezas de Trikuti, las semillas de sus karmas pasados eventualmente se van marchitando, aunque el alma todavía retiene la mancha de muchas impurezas recogidas en muchas encarnaciones. Durante su estadía en el reino-fortaleza, el discípulo observa hacia arriba las altas torres y ve nubes oscuras de gran vastedad, de las cuales truenos resuenan constantemente. Entonces, cuando el propósito de su estadía en el reino-fortaleza se ha completado, el iniciado asciende más allá de las nubes oscuras y observa que la totalidad de la esfera es un cosmos sublime de un color rojo vibrante, con un sol rojo glorioso en el centro del cielo, impartiendo sus tonos carmesí a la totalidad de la región.
Trikuti, además de ser el gran almacén del karma humano (una vasta reserva que se ha estado acumulando por millones de vidas), es también la Región del Conocimiento. Es dentro de esta esfera que los tres atributos cósmicos —armonía, acción e inercia— tienen su origen. La creación de los universos astrales y físicos fue hecha posible por su interjuego. Estos tres atributos están personificados en las escrituras hindúes como Brahma, Vishnú y Shiva, quienes colectivamente se denominan Mahadev (Gran Dios). Bajo los radiantes cielos de Trikuti, reminiscencia del más hermoso atardecer que pudiera verse sobre la tierra, la forma radiante del adepto místico se ve en una mayor gloria y el iniciado experimenta mayores impulsos del SHABD celestial de forma tal que opaca todas sus previas experiencias en las regiones astral y física.
El iniciado ve la forma cósmica de un resplandeciente loto de 4 pétalos; su predominante color rojo varía en exquisitos detalles y múltiples tonos radiantes, haciéndose más y más pronunciado a medida que él se le acerca. Él ahora escucha el magnificente sonido de un tambor colosal, redoblando incesantemente, y sus profundos tonos lo acompañan en esta etapa de su viaje ascendente. A medida que el iniciado progresa hacia adelante da una vuelta a través del espacio profundo de las regiones causales, con la melodía del tambor sonando a todo alrededor.
Él, ahora concientemente, capta la significación del Shabd celestial, la corriente audible de vida, del cual el poder primario de la creación llegó a ser. El iniciado pasa a través de un estelar y pulsante sendero, siempre hacia adelante y hacia arriba con innumerables soles, lunas y estrellas apareciendo y desapareciendo.
Las palabras son totalmente inadecuadas para describir esta experiencia, porque el discípulo ahora realiza totalmente su separación completa del universo de materialidad y de las lenguas del mundo físico.
Elevándose hasta las regiones superiores del reino causal, el iniciado se intoxica con la alegría y bienaventuranza de su nuevamente encontrada libertad. Pasa a través de radiantes montañas cósmicas y llanuras gloriosas. debajo de él, ve maravillosos jardines donde flores vibrantes están arregladas en modelos simétricos por todas partes, como una sinfonía de color y sonido. Ríos radiantes y canales que conducen el etéreo “Néctar de Brahm” fluyen abundantemente por esta región. Por último, el iniciado se acerca al gran océano de radiáncia y lo cruza por un majestuoso puente de luz. Ahora observa delante de él las prominencias inspiradoras de reverencia MER, SUMER y KAILASH, las increíbles montañas cósmicas de donde deriva su nombre la región de Trikuti. Este nivel de Consciencia es el ultimo millo en el logro espiritual según las enseñanzas védicas de los viejos rishis (hombres sagrados) quienes meditaron en las montañas copadas de nieve del Himalaya sobre la naturaleza del universo cósmico. Pero éste no es sino la segunda etapa en el Sendero Místico del Amor.
El Gurú Nanak ha descrito este reino de Brahmanda de la siguiente manera:
“Incontables los campos de acción,
incontables las montañas doradas,
e incontables los Gurús (Santos)
que allí meditan.
Incontables los Indras,
incontables los soles
y lunas
e incontables las regiones terrenales
y estelares;
incontables los Siddhas, los Buddas,
los Naths,e incontables los dioses y diosas.
Incontables los Danus (semidioses)
y Savias, e
incontables los enjoyados océanos.
Incontables las fuentes de creación,
incontables las armonías,
incontables aquellos que la escuchan.
E incontables los devotos de la Palabra,
Sin final de finales, Oh Nanak!
Este reino”.
— Jap Ji.
Este glorioso reino, entonces, es el plano de la Mente Universal a través del cual el Señor Supremo ha creado los universos cósmicos. Sin embargo, el Señor Supremo no es la Mente Universal a pesar de las expresiones contrarias expuestas por muchos metafísicos modernos y místicos.
La Mente Universal es una proyección de la voluntad del Señor Supremo para manifestar parte de El mismo en su creación. El hombre mismo, hecho a la “imagen de su creador” también crea por medio de su propia mente, pero él no es esa mente. El hombre es un alma viviente, una entidad espiritual que es la esencia de Dios; en su camino ascendente el iniciado aspirante ve que la mente humana está todavía muy por debajo en la escalera de los universos internos en los aspectos espirituales del ser humano, a pesar de las maravillosas funciones de la mente y creatividad.
Más allá del reino de la Mente Universal está la región de la cual Cristo habló:
“No hay nada escondido que no sea revelado, y cubierto que no sea conocido” (Mal. 9:26).
El aspirante debe permanecer en esta región causal, un reino de inmensurable deleite, por un período de tiempo durante el cual la totalidad de su carga kármica es liquidada dentro de los dominios de la región-Fortaleza.
Él es instruido por el adepto místico para que medite un largo tiempo, en este reino causal, de tal manera que su alma sea limpiada del mayor numero de impurezas.
Cuando se logra esta purificación, el adepto místico urge al iniciado para que siga adelante hacia las más altas regiones por encima de Brahmanda.
El ascenso debe ser hecho ahora al reino supercausal conocido por los místicos orientales como Par-Brahm (más allá de Brahm) o Daswan Dwar, la décima puerta.