"Puedes vivir con curiosidad, pasión y agradecimiento hasta el último día de tu vida".
Oliver Sacks
En los últimos meses de su vida (falleció en 2015), Oliver Sacks se enfrentó con enorme y poética dignidad, y un agradecimiento palpable e inspirador, al final de su vida. Tenía ochenta y un años y un cáncer terminal, y quiso compartir sus últimas reflexiones con el resto del mundo. Volcó este legado en una serie de bellísimas cartas que publicó en The New York Times.
«Mi padre, que vivió hasta los noventa y cuatro, solía decir que la década de los ochenta a los noventa había sido la que más había disfrutado de su vida. Para él, y ahora empiezo a compartir su opinión, esos años no eran tanto una mengua como una ampliación de su vida mental y su perspectiva. A esa edad posees una larga experiencia vital, no solo de tu propia vida, sino también de la de los demás. Has visto triunfos y tragedias, expansiones y recesiones económicas, guerras y revoluciones, grandes logros y también profundas ambigüedades. Has presenciado el auge de grandes teorías que al final se han visto derrotadas por la terquedad de los hechos.
Eres más consciente de la fugacidad de la vida, y quizá te fijas más en la belleza. A los ochenta puedes ver las cosas con gran perspectiva y contemplar la historia como algo vivo y vivido, algo imposible cuando se es más joven. Soy capaz de imaginar, de sentir en mis huesos, lo que es un siglo, cosa imposible cuando tenía cuarenta o sesenta años. No considero la vejez una época cada vez más sórdida que uno tiene que soportar e ir trampeando como puede, sino una época de ocio y libertad, en la que te ves emancipado de las artificiosas urgencias de años anteriores. Esa libertad me permite explorar cuanto se me antoja, e integrar los pensamientos y sentimientos de toda una vida.
»No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores.
»Por encima de todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y aventura.»
El neurocirujano Paul Kalanithi, que también murió, como Oliver Sacks, en 2015, narra ese punto de inflexión vital en su libro When Breath Becomes Air(«Cuando la respiración se hace aire»), un libro que cuenta su vida tras serle diagnosticado un cáncer terminal en el apogeo de una carrera llena de potencial y una vida llena de promesas.
Antes de morir, Kalanithi dejó este mensaje para Lucy, su hija recién nacida: «Hay algo que quiero decirle a esta criatura, que es todo futuro y cuya vida se cruza y superpone brevemente conmigo, cuya vida, en cambio, salvo un milagro, ya es casi pasado... Mi mensaje es sencillo: cuando llegues a uno de esos muchos momentos en los que deberás rendir cuentas acerca de ti misma, de lo que has sido y hecho para el mundo, no desprecies que llenaste de alegría los últimos días de un hombre moribundo, y que es una alegría desconocida para mí en todos mis años de vida anteriores, una alegría que no pide más, sino que descansa,satisfecha».
«Dentro de veinte años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que navega lejos del puerto seguro. Explora, sueña, descubre.»
Mark Twain
«Cuando alguien muere, no puede ser reemplazado. Deja agujeros que no pueden llenarse, pues el destino —el destino genético y neuronal— de cada hombre y cada mujer es ser único. Y para ello debe encontrar su propio camino, vivir su propia vida, morir su propia muerte.»
Oliver Sacks