«El mal crece sin control y se extiende cuando renunciamos a ejercer nuestra capacidad de pensar, de oponernos», afirma Hannah Arendt. Pensar es la salvaguarda de nuestra humanidad, lo que impide que seamos meros engranajes en una máquina ciega. Por tanto, el antídoto al mal está en que las personas no deleguen su responsabilidad moral ni renuncien a su capacidad de pensar, por muy tentador que resulte esconderse en las ideologías y las consignas tribales.
El «imperio de nadie» que se genera con cualquier burocracia impersonal es un arma peligrosa porque nadie se responsabiliza, nadie se hace cargo, sino que laspersonas renuncian a su capacidad de pensar y de oponerse. Las reclamaciones sonignoradas, los responsables no aparecen...
Para impedir que las personas piensen, «el sujeto preferido de los regímenes totalitarios no son nazis o comunistas convencidos, sino personas que no distinguen ya entre los hechos reales y la ficción, entre verdadero y falso. El historiador y catedrático Timothy Snyder escribió en su magnífico libro Sobre la Tiranía: «Si no sabemos qué es verdad, si ya no nos fiamos los unos de los otros, hay desconfianza.
Sin confianza, no hay legalidad, y sin legalidad no hay democracia». El pensamiento ideológico necesita existir al margen de la realidad», nos recuerda Arendt.
PENSAR Y ESTAR PLENAMENTE VIVOS ES LO MISMO
«Las parejas tienen muchas más posibilidades de éxito cuando experimentan un equilibrio entre interacciones positivas y negativas de 5 a 1, mientras que si el equilibrio se acerca al 1 a 1, tienen más probabilidades de separarse.»
John Gottman