«La verdadera felicidad es disfrutar del presente sin depender ansiosamente del futuro.»
Séneca
Otra de las estrategias de Séneca, y una de las más sencillas de llevar a cabo —y sin embargo sorprendente y divertida—, es aprender a renunciar a algo temporalmente aunque no te haga falta hacerlo. ¿Para qué? Para dos cosas: por una parte, para comprobar la verdad de lo que nos dicen los estoicos: ¡no necesitamos tantas cosas como creemos! Y por otra, para luchar contra el proceso de habituación del cerebro humano: nos acostumbramos a las cosas, sobre todo a las agradables, y al final dejamos de disfrutarlas como al principio.
¿Quieres hacer la prueba como Séneca?
Piensa en algo que disfrutas a diario, pero que ya das por sentado, como por ejemplo una taza de café por las mañanas. Durante una semana, ¡deja de beber café! Los estoicos lo llevaban incluso más lejos: ellos de vez en cuando se ponían ropa vieja, dormían en la calle, comían lo peor que encontraban. Pero basta con dejar el café, o lo que sea que disfrutas, durante unos días, para volver a retomarlo un poco más adelante con más ganas, con una mayor sensación de gratitud y una capacidad más intensa de disfrute.