«Mi interés por la agilidad emocional y por la resiliencia empezó en la Africa del Sur del apartheid, donde yo crecí. (...) Cuando tenía dieciséis años, a mi padre, que tenía cuarenta y dos años entonces, le diagnosticaron un cáncer terminal (...) Por suerte, yo tenía una profesora de lengua muy especial y compasiva, que animaba a sus alumnos a escribir diarios. Podíamos escribir lo que quisiéramos, pero le dejábamos nuestros diarios por la tarde para que ella pudiese comentarlos. Yo empecé a escribir acerca de
la enfermedad, y eventualmente la muerte, de mi padre. Mi profesora escribió reflexiones sinceras y me hacía preguntas acerca de cómo me sentía. Escribir este diario se convirtió en una de mis mayores fuentes de apoyo, y pronto me di cuenta de que me estaba ayudando a describir, comprender y procesar mis experiencias. No disminuía la sensación de pérdida, pero me ayudó a navegar el trauma. También me desveló el empoderamiento que supone enfrentarte, en vez de evitar, las emociones difíciles, y me abrió el camino profesional que he seguido desde entonces.»
«Ninguna persona puede encontrar un lugar más apacible o retiro más tranquilo que su propia alma.»
Marco Aurelio