No me quiero ni acordar

Es normal querer eludir el dolor que el recuerdo trae, no sólo de quien ha muerto, sino de lo que quedó sin realizar con él.

No pensar es un modo de tratar de evitar la presencia de una situación dolorosa, vivida como destructiva. "No quiero seguir recordando, quedar detenido en esa pena que me daña tanto".

Es el recuerdo sentido como condena, como algo que se reitera, una y otra vez, rumiación de la cual no se puede escapar. Es el tormento de los recuerdos que hacen sufrir insistentemente por lo que quedó pendiente, sin resolver. Así tampoco se alcanza solución a lo que se siente. Porque aunque no nos acordemos, aunque levantemos un muro de olvido, aunque no lo veamos "el sol siempre está".