A pesar de que la Ley de la Rendición significa aceptar cualquier cosa que ocurra en tu vida, no significa una tolerancia pasiva por lo que no te gusta, o ignorar la injusticia, o permitir ser una víctima o ser controlado. La verdadera rendición es activa, positiva, asertiva... Un empeño creativo para aprovechar tu situación, con una apreciación espiritual.
La Ley no consiste en pretender nada, o en rechazar tus sentimientos verdaderos; consiste en transformarlos. Aprendes a rendirte cambiando tu perspectiva.
En su sentido más puro, esta Ley te guía a rendirte al momento – a aceptar cualquier cosa que surja. No sólo implica aceptar las subidas y bajadas de la vida, si no también a aceptarte a ti mismo – tu cuerpo, tus pensamientos, y tus sentimientos... La vida continuará ofreciéndote retos y pruebas.
Cuando te tomes la vida relajadamente, incluso tus dificultades tendrán un aspecto placentero, como jugar a un juego lleno de retos o resolver un puzzle.
Comienza por las cosas pequeñas. Cuando tengas un mínimo desacuerdo, acepta el punto de vista de la otra persona y mira qué pasa. Despréndete de los pequeños disgustos.
Pero la vida no siempre nos da lo que preferimos, por tanto nuestros deseos nos llevan a ataduras, ansiedad, y frustración. Seguir tu pequeña voluntad te llevará a una satisfacción temporal, pero no a una felicidad duradera. Cuando ves claramente que la vida no sólo consiste en obtener lo que quieres, sino también en aprender a querer lo que obtienes, alinearás tu vida con la Ley de la Rendición.
El esfuerzo es una parte de la vida: Comienza cambiando tu energía y atención a los deseos de esta voluntad más pequeña por la sabiduría de una voluntad Superior.
La rendición es un acto de humildad, una aceptación de que la vida es un misterio cuya profundidad la mente no puede desentrañar.