Como vemos en esta ilustración del viaje del héroe, el mundo ordinario —las percepciones y creencias que estructuran nuestra vida— forma un conjunto relativamente pequeño. Mucho de lo que hacemos, decimos y sentimos conscientemente, a diario, es solo un pálido reflejo de la realidad escondida que intuimos. Sentimos, intuimos y soñamos a una medida mayor, más profunda, más emocionante de lo que logramos reflejar en el día a día, en el que tenemos que plasmar nuestros sueños e intuiciones en un mundo de formas rígidas, cerradas, con palabras o productos que son, inevitablemente, mucho más limitados que los sueños y las intuiciones.