Séneca: Enfréntate a tu propia ira

El filósofo Séneca era el tutor del emperador Nerón. Un día, este envió a sus guardias con la orden de que Séneca se suicidase. Lo retuvieron en una sala donde tenía que matarse con un cuchillo. Su mujer y sus hijas lo agarraron, llorando desesperadas, por las mangas de su ropa. Él las miró con una sonrisa cansada y dijo: «¿Qué necesidad hay de llorar por una parte de la vida, cuando habría que llorar por la vida entera?».

Uno de los legados más hermosos de los estoicos —y Séneca, junto a Marco Aurelio, es sin duda uno de sus exponentes más apasionantes— es cómo nos aconsejan enfrentarnos a la ira. Los estoicos consideraban la ira algo perfectamente evitable. Nadie, decían, está condenado por naturaleza a ser iracundo. Solo los ignorantes y los tontos, aseguraban, caen en la ira. ¡Basta con aplicar un poco de filosofía para gestionarla!

¿Cómo?

Los estoicos nos explican que sentimos ira cuando la realidad se opone a nuestros deseos. Por ejemplo, nadie se enfada porque llueva, si estás preparado para la lluvia, si no te pilla desprevenido. Pero ¿y si llueve el día que quieres ir a pasear por el campo o hacer una barbacoa? Entonces te enfadas. Piénsalo: no nos enfadamos cada vez que algo malo nos ocurre, sino cuando es algo malo y a la vez inesperado.

¿Qué puedes hacer frente a ello?